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1 may 2012

Un 1º de mayo de polos opuestos: sindicalismo revolucionario vs folklorismo capitalista

Hoy se han dado múltiples movilizaciones en Andalucía en conmemoración por el 1º de mayo, Día Internacional de la Clase Obrera. Un día que no es de fiesta, sino de lucha, en homenaje y dignificación de aquellos obreros de Chicago (EE.UU. - Abya Yala) que fueron ahorcados por manifestarse un 1º de mayo de 1883. En homenaje a estos mártires, la II Internacional, reunida en París (Estado Francés) en 1889, declaró el 1º de mayo como Día Internacional de la Clase Obrera. 

Si en Andalucía la correlación de fuerzas sindicales es compleja y sintomática respecto al papel como colonia interior que se nos ha impuesto desde el Estado Español, en Almería contamos con una coyuntura particular. Como era de esperar, en los medios de comunicación burgueses en Andalucía (ABC, Ideal, Diario Jaén, La Voz de Almería, El Correo, etc.) sólo han hecho referencia a las manifestaciones de CC.OO & UGT, y no por casualidad, sino porque son, al igual que PPSOE-IU, pilares fundamentales del régimen capitalista español. Por tanto, el resto de movilizaciones alternativas y rupturistas -las unitarias o las de la CNT- han sido ignoradas de forma sistémica y en algunos casos se les han dedicado dos líneas como si de un hecho anecdótico se tratase.

Bien, esto podíamos y podemos esperarlo porque ya no nos puede sorprender el silencio mediático de unos medios de manipulación que mientras sirven como informadores directos del Estado o de propagadores de intereses económicos y políticos capitalistas, directamente ignoran u ocultan otras movilizaciones de carácter anticapitalista y rupturista con el Estado. Lo que aún ha de sorprendernos a quienes desde hace ya tiempo sabemos y reconocemos a aquellos y aquellas que colaboran y sustentan el Capitalismo de diferentes formas, es que haya personas que sigan creyendo en la "combatividad" de los sindicatos neo-verticalistas CC.OO. & UGT o en el posible cambio o concienciación de sus bases. Hay hechos que claman al cielo, y creer que quienes llevan años dentro de organizaciones mafiosa que se hacen llamar sindicatos, van a salirse o van cambiar las estrategias, estructuras y praxis de esas organizaciones. Hablando sin tapujos, si a quienes estamos fuera de esas organizaciones nos llega el "olor" a podrido, quienes están dentro tienen que estar apestados/as. Es por eso que, personalmente, no llego a comprender cómo hay individuos que defendiendo supuestos modelos sociales y supuestas alternativas, son capaces de siquiera defender el manifestarse con dos organizaciones vendidas al Capital y que venden a la clase obrera. Ver cómo un joven porta una bandera comunista en una manifestación de esos sindicatos, es cuanto menos contradictorio (3). ¿Acaso CC.OO. & UGT pretender destruir el Estado capitalista y luchar por la Revolución socialista negociando los derechos de la clase trabajadora a través de dirigentes que no saben ni lo que es trabajar y que por tanto no tienen que vender su fuerza de trabajo para subsistir? ¿Lo van a hacer cuando viven majestuosamente gracias a las subvenciones millonarias que les otorga el Estado y las respectivas Comunidades Autónomas? Son muchos años los que llevan formando parte del Estado como instrumentos al servicio de la clase explotadora y sus intereses. Como uno de los miles de ejemplos en su trayectoria, podemos citar la defensa de los intereses neo-colonialistas y expoliadores de la transnacional (que no "española") Respol-YPF ante la expropiación del 51% de las acciones por parte del Estado Argentino. O la defensa de la industria armamentística y en consecuencia de las Fuerzas de Ocupación españolas en Asturias con el pretexto de que "da trabajo".

Dicho esto, vamos a lo que tiene como objetivo este texto: el porqué de la colaboración y el seguidismo de personas que perteneciendo a otros sindicatos, forman parte de las movilizaciones de quienes no son la solución, sino parte del problema a combatir. Hay que hablar, en el caso almeriense, de USTEA. Un sindicato supuestamente alternativo pero que decide ir un 1º de mayo con dos sindicatos que, : no han contado con otros sindicatos para la preparación de su manifestación ni lo van a hacer, porque ello supondría reconocer el trabajo de otro tipo de sindicalismo, un sindicalismo al servicio de los intereses de la clase obrera y no de la capitalista, y: colaboran, sustentan y defienden el Sistema Capitalista y su expresión geo-política en la Península, el Estado Español.

No entraremos en lo cuantitativo respecto al cortejo de USTEA en la manifestación de CC.OO. & UGT (2), sino en la táctica reduccionista que sólo beneficia al Capitalismo de "hay que ir donde esté la mayoría". Pues la mayoría, mal que nos pese, está con España y el Capital. Con el Barça y el Madrid. Si quieren mayorías, váyanse a cualquier bar en un día de partido: ¡verán a las masas en todo su apogeo revolucionario!

USTEA en Almería ha renunciado, como en años anteriores, a manifestarse conjuntamente con el Sindicato Andaluz de Trabajadores/as (SAT) y la Confederación General del Trabajo (CGT), argumentando que hay que buscar la unidad dada la coyuntura actual -¿qué coyuntura puede justificar tal postura?- y manifestarse con quienes precisamente ni buscan ni predican la unidad. Como decía antes, CC.OO. & UGT no han contado para su manifestación con ningún sindicato de clase con presencia en Almería: SAT, CGT, CNT y mucho menos con USTEA. USTEA no ha convocado esa manifestación, simplemente se ha integrado en ella, y USTEA no ha intervenido en el término de la misma, porque para los convocantes sólo ha sido un grupo que ha engordado su movilización y el cual no merece ningún reconocimiento ni mención alguna. Ahí entra otra cuestión: la falta de orgullo y dignidad del sindicalismo al margen de CC.OO. & UGT. Ya no la falta de coherencia respecto a sus teóricos principios, sino la pérdida de orgullo propio. 

Mientras USTEA sigue el compás marcado por los sindicatos del régimen, se está creando una alternativa sindical de carácter unitario desde los sindicatos combativos y de clase en Almería. Esa alternativa se ha visualizado esta mañana en la manifestación convocada por la CGT y el SAT y apoyada por JIRA y Nación Andaluza. Menos numerosa, pero cargada de dignidad, coherencia y combatividad. Integrada por trabajadores/as y estudiantes, no por personas al servicio del mismo Sistema que dicen combatir. Para quienes apostamos por la ruptura contra España y el Capitalismo, nuestro lugar estaba con el sindicalismo del SAT y la CGT. Para quien se considere revolucionario/a, no debe ser determinante la cantidad de personas movilizadas, sino el por qué de esa manifestación, su carácter y el papel social de quienes la convocan.

También se ha movilizado, en solitario, la CNT-AIT de Almería; y por otro lado, una CSIF que, como otros años, no duda en confundir a la gente haciéndole creer que el 1º de mayo es un día para comer paella y tomarse un vinito. Para ellos/as, como sindicato tan entregado y vendido como CC.OO. & UGT, el 1º de mayo es un día para festejar y no para luchar. Espero que con la dureza de la situación socio-económico se les acabe atragantando el arroz.

Corren malos tiempos para el movimiento obrero y las opciones sindicales de clase. Y peores serán si algunos sindicatos como USTEA siguen renunciando a la unidad de acción contra el Capital y sus reformas para ir con sindicatos que, como muestra de su renuncia a la lucha de clases por la conciliación social, llegan a vender ofertas de viajes a su propia afiliación en un 1º de mayo (4). Sí, así es, un sindicato que se dice de clase, ofertando en su propia revista una serie de ofertas vacacionales con maravillosos descuentos para sus afiliados y afiliadas. ¡Ver para creer! Que lejos quedaron aquellos años en que los sindicatos imponían sus propias condiciones a los patrones y convocaban las huelgas para conquistar derechos, y no para darse un paseo mañanero y por la tarde a descansar. En nuestras manos está devolver al sindicalismo su lugar histórico, el lugar que le corresponde.



(1) En Almería, a diferencia de Córdoba, Sevilla, Jaén y Granada, han preferido ir  a la cola del sindicalismo del régimen

(2) USTEA en la manifestación entreguista y colaboracionista de CC.OO & UGT, a la que, por supuesto, ni fueron invitados ni intervinieron

(3) Uno que se ha perdido y exhibe una bandera comunista en una manifestación de sindicatos capitalistas, y otro que es más consecuente y porta una bandera de la II República Española, baluarte del imperialismo español de la época

(4) Escápate y disfruta de las ofertas de CC.OO. ... ¡El 1º de mayo!
http://www.insurgente.org/index.php/template/politica/item/170-esc%C3%A1pate-y-disfruta-de-las-ofertas-de-ccoo-%C2%A1el-1%C2%BA-de-mayo

24 mar 2011

Andalucía dice "No a la guerra"


El sábado 19 de marzo se iniciaron las operaciones militares contra Libia auspiciadas por EE.UU., y con la colaboración de diversos estados europeos, incluido el Estado Español. Rodríguez Zapatero que llegó a La Moncloa aupado por el “No a la Guerra” se va a despedir de la mano de una intervención imperialista que quiere una vez más cambiar sangre por petróleo. De nuevo se va a utilizar nuestra tierra, mediante las bases militares extranjeras, para llevar la muerte y la destrucción a otros países. El Pueblo Andaluz se enfrenta a una guerra sin que se nos haya consultado.

Como ya ocurrió en Afganistán e Irak, con el pretexto de las ayudas humanitarias, la defensa de la población civil o la seguridad internacional, se está produciendo una agresión a un Estado soberano con el único objetivo de apropiarse y expoliar sus riquezas naturales en beneficio de las multinacionales occidentales.

La ONU, que lleva décadas permitiendo la ocupación de Palestina, la anexión del Sahara Occidental, el bloqueo de Cuba o las constantes violaciones de la legislación internacional por los diversos imperialismos, carece de toda legitimidad moral para imponer sanciones mientras siga siendo usada como títere diplomático al servicio de los intereses geo-estratégicos de las potencias occidentales. Tampoco la posee una OTAN que, además de ser sólo el brazo armado para la imposición de los intereses occidentales, incumple reiteradamente esa legalidad internacional que dice defender.

Denunciamos a los gobiernos europeos, al estadounidense y al español, que utilizan las bases impuestas de Rota, Morón y Gibraltar como enclaves esenciales de las operaciones militares de ataque contra otros pueblos, poniendo en riesgo a Andalucía. El que el Pueblo Andaluz sea implicado en estos hechos sin su consentimiento es otra prueba más de la importancia de la lucha por la recuperación de nuestra soberanía nacional. Mientras no tengamos el derecho a decidir, por nosotros/as y en exclusividad, nuestro destino como pueblo, seguiremos estando en manos de intereses ajenos.

Esta situación de riesgo y de utilización con fines bélicos del territorio andaluz, pone de manifiesto lo acertado de la lucha por el cierre de las bases militares de Rota, Morón y Gibraltar. De la necesidad de impulsar un movimiento capaz de acabar con ellas como plataformas de muerte y destrucción para otros pueblos y de amenaza para el nuestro.

Hacemos un llamamiento a las distintas organizaciones sociales, sindicales y políticas de nuestro país a unir fuerzas con vistas a realizar una campaña de movilizaciones unitarias contra la agresión neocolonial de las potencias occidentales contra Libia y la utilización para ello de las bases militares extranjeras en nuestro país.

ALTO A LA INTERVENCIÓN IMPERIALISTA EN LIBIA
OTAN NO, BASES FUERA
NO A LA GUERRA
____________________
Andalucía Comunista (AC)
Colectivo de Unidad de los Trabajadores – Bloque Andaluz de Izquierda (CUT–BAI)
Jaleo!!! Jóvenes andaluces/zas independentistas
Juventud Independentista Revolucionaria Andaluza (JIRA)
Nación Andaluza (NA)
Sindicato Andaluz de trabajadores/as (SAT)

22 feb 2011

[Especial Andalucía] Entrevista a Paco Campos: "Defender España es defender el imperialismo y el capitalismo"


Paco Campos es miembro de la Comisión Permanente de Nación Andaluza.

En 2011 se cumplen treinta años de la aprobación en referéndum del primer estatuto andaluz de autonomía. ¿Qué valoración haríais de la actual situación de Andalucía tras estos treinta años de autonomía?

De entrada habrá que negar la mayor. En Andalucía no hay autonomía, lo que hay es una mera descentralización de la gestión administrativa del Estado Español. Algunas de sus competencias son tramitadas a través de unas sucursales del Estado en nuestra tierra: Junta, Parlamento, diputaciones y municipios. Según la Constitución todas estas administraciones son Estado Español. La Constitución afirma que “El Estado se organiza territorialmente en municipios, provincias y comunidades autónomas”, y aclara que “todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión”. Esta supuesta autonomía se reduce a esa “autonomía de gestión”, a la de las competencias que asume, o mejor dicho que se le permiten asumir, en nombre y representación del Estado. Recordemos que tanto el primero como el segundo estatuto, para entrar en vigor, tuvieron que ser aprobados por el Parlamento Español, ratificados por el Borbón y publicados en el BOE. Aunque el 100% de los llamados parlamentarios andaluces acordaran un estatuto y fuese ratificado por el 100% de los andaluces, éste no podría existir sin el plácet español. Autónomo es aquello que hace solo o aquello que decide por sí mismo. Andalucía no hace sola o decide por sí misma, hace y decide al dictado del Estado Español; bajo su control, su vigilancia y según sus mandatos. Eso no es autonomía, es dependencia. Por eso a ambos estatutos no les llamamos estatutos de autonomía, sino de dependencia. Solo una Andalucía no dependiente, o sea independiente, soberana, será autónoma.

Cuentan que en cierta ocasión le recriminaron a Blas Infante por gritar ¡Viva Andalucía libre!, y él contestó preguntando si es que acaso preferían que diese vivas a una Andalucía esclava. Este binomio libertad-esclavitud resume perfectamente la situación. La de su tiempo y la del nuestro. Andalucía es una nación invadida, ocupada, colonizada y negada. Al Pueblo Trabajador Andaluz le ha sido robada su tierra y esquilmada su riqueza, se le ha obligado a una economía de subsistencia, extraída su identidad y ocultada su historia. Nada de esto ha cambiado. Hoy, como hace treinta años, como hace centenares, los andaluces siguen sin ser dueños de su tierra, su trabajo, su libertad y su identidad. Hoy, como hace treinta años, como hace centenares, Andalucía sigue esclavizada. Blas Infante era plenamente consciente de la esclavitud andaluza. Por eso gritaba ¡viva Andalucía libre! Se reclama o ansía aquello de lo que se carece. También era consciente de las implicaciones que conllevaba. Formar parte de una tierra ocupada y colonizada, es el origen y la causa, entonces y ahora, de todos nuestros males. Sólo desde una perspectiva colonial adquieren pleno sentido los porqués de nuestra situación política, social, económica, laboral, ecológica, cultural, etc. Por eso, con dictaduras o supuestas democracias, monarquías o repúblicas, centralismos o descentralizaciones, gobiernos conservadores o “progresistas”, con cualquier España, el Pueblo Trabajador Andaluz siempre ha ocupado los últimos puestos en los rankings de bienestar. Porque desempeñamos el papel estructural impuesto de colonia interior del Estado Español. Como consecuencia, la valoración que hacemos de la Andalucía de 2011 es tan negativa como la de 1981.

¿Creéis que el pueblo andaluz ha visto satisfechas las expectativas que se despertaron con la aprobación de aquel primer estatuto de autonomía? En otras palabras, ¿ha satisfecho la autonomía las esperanzas de mejora vislumbradas por el pueblo andaluz?

Al Pueblo Trabajador Andaluz, además de la autonómica, se le vendió otra mentira, la democrática. En cuanto a esta última, la reforma política de los setenta, como su misma autocalificación indica, sólo significó una adaptación de las estructuras franquistas a las necesidades de los nuevos tiempos. Fue un ejercicio de lampedusismo protagonizado por los sectores más inteligentes del régimen, aquellos que partían del: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Para lograrlo se amoldaron las instituciones a formalismos democráticos y se amplió el régimen a la oposición socialdemócrata españolista y a la derecha nacionalista vasco-catalana. A cambio de mantener los dos pilares sustentadores y justificadores de toda España, la unidad estatal y el sistema capitalista, así como su propia impunidad, las élites franquistas aceptaban compartir el poder. El pacto incluía mantener el reparto de funciones de los distintos territorios ya adoptado en el XIX, en la primera conformación de los restos del Imperio como seudo Estado-nación. En el caso andaluz, eso suponía permanecer como colonia interior proporcionadora de materias primas, a través de una economía extractiva, y de mano de obra barata mediante un subdesarrollo perenne inducido. El Pueblo Trabajador Andaluz se volcó en el aparente proceso democrático y autonómico, porque el españolismo de derechas e “izquierdas” le empujó a ello y nadie le advirtió del error. No hubo ni una voz coherentemente crítica que desde el campo nacionalista o desde el revolucionario le hiciese comprender cómo y por qué estaba siendo utilizado. En este sentido hay que destacar el penoso papel colaboracionista de los autocalificados como andalucistas. El revisionismo cortoplacista y electoralista de la izquierda estatalista, su ceguera con respecto al hecho nacional andaluz y su papel en el proceso emancipador de la clase obrera, hizo el resto. Y fue especialmente determinante la inexistencia de una izquierda independentista consecuente, que contrarrestara el discurso oficialista, señalase el engaño, se opusiese, y levantase la bandera de la liberación nacional y social.

Pero el Pueblo Trabajador Andaluz no ha visto ni podía ver satisfecha sus expectativas de libertad y justicia con la aprobación de la Constitución o del Estatuto porque no son más que nuevos instrumentos para mantener su esclavización. El estatu quo neocolonial estructural. Un esclavo deja de serlo rompiendo sus cadenas y siendo dueño de sí mismo, no cambiando su grosor o extensión. En cuanto a mejoras y bienestar, siguiendo la lógica colonial, se nos mantiene en el furgón de cola. Algunos, en su ignorancia o desvergüenza, pretenden demostrar que vivimos ahora mejor, gracias a esta supuesta autonomía, comparando lo incomparable, la Andalucía de 1981 con la de 2011. Claro que hoy hay más kilómetros de carretera, más centros universitarios o más viviendas, pero siguiendo igual método, si comparásemos la de 1935 con la de 1975 veríamos que también había más en los setenta, y cabría concluir que con el franquismo se vivía mejor que con la II República y que el fascismo fue beneficioso. En ambos casos las conclusiones son falsas. Pero si comparamos lo que sí es comparable, la Andalucía de 1981 con respecto al resto del Estado entonces y la de 2011 con respecto al resto del Estado hoy, se revela la verdad. Éramos los últimos y seguimos siéndolo.

Aquellas expectativas y esperanzas del pueblo quedaron perfectamente de manifiesto en las multitudinarias manifestaciones del 4 de Diciembre de 1977. ¿Pensáis que el “espíritu” del aquel 4 de diciembre sigue vivo en la sociedad andaluza?

El 4 de Diciembre tuvo una importancia trascendental. A pesar de sufrir siglos de opresión y alienación. De padecer una política españolista típicamente colonialista, arrancando nuestra identidad e implantando una psicología de dependencia y resignación, y a pesar de cuarenta años de condicionamiento y terror social por parte del fascismo, el Pueblo Trabajador Andaluz, a la primera oportunidad que se le ofreció, salió a la calle en un clamor multitudinario de auto-reconocimiento y reivindicación de su protagonismo. Dos millones manifestaron ese día su orgullo de ser andaluces y reclamaron autogobierno. Autogobierno que entendían como un tomar en sus manos las riendas de su destino. Como ser sus propios dueños y poseer la capacidad de decisión sobre sí mismos y su tierra. Se estaba reclamando soberanía, aunque no se la denominase mediante este término. Una Andalucía en pie, consciente de sí y en lucha por sus derechos, amenazaba con acabar con ese estatu quo neocolonial impuesto. El españolismo en pleno se confabuló para acabar con ese espíritu de consciencia y rebeldía del 4-D. Eso significó el Pacto de Antequera del año siguiente. Por eso ya no hubo más convocatorias, más 4-D. Se ideó una fábula de buenos y malos a partir de un argumento simple: las ansias de autogobierno se podían cumplimentar mediante una “autonomía de primera”, tramitada por el artículo 151, lo que querían hacer los buenos e impedir los malos. Una vez asegurada la inexistencia de voces discordantes con esta “verdad”, la obra se representó y fue un éxito. El peligroso espíritu del 4-D fue desviado hacia la meta del inicuo autonomismo del 28-F. Esa fue la razón de la movilización masiva en aquel referéndum. La consecuencia de un engaño y la demostración de hasta donde se podría haber llegado si, en lugar de colaborar con el españolismo y acatar los límites impuestos, se hubiese mantenido aquel espíritu del 4-D. De ahí que ese referéndum constituya, a un tiempo, un gran triunfo y un gran fracaso para nuestro pueblo. Una gran prueba tanto de sus capacidades como del grado de manejismo al que estaba y sigue sometido. La Andalucía actual es la consecuencia directa de la sustitución del espíritu del 4-D por el del 28-F. Pero sólo han logrado adormecerlo, no destruirlo. Aún pervive el 4-D en la resistencia andaluza organizada y en todas las luchas populares en defensa de su libertad y de sus derechos.

Hablemos de Nación Andaluza. El pasado año cumplisteis veinte años de existencia, veinte años al servicio de la defensa de los derechos de nuestra nación. ¿Qué valoración harías de estos veinte años de existencia?, ¿cuáles son las principales conslusiones que habeis obtenido en todo este tiempo de lucha?

Nación Andaluza, como su denominación indica, parte de una base obvia: la existencia de una nación andaluza. De una nación andaluza invadida, ocupada, colonizada y negada. Y este principio de visión y análisis determinada no solo nuestro discurso, sino nuestras estrategias y praxis. Lo que algunos califican como exceso es mera coherencia dialéctica con respecto a dicha visión y análisis. NA nace en Diciembre del 90 como aglutinadora de todos aquellos colectivos e individualidades que pretendían retomar la lucha emprendida por Blas Infante para la liberación nacional y social de nuestro pueblo, de forma congruente y unitaria. Por esa Revolución Andaluza que él propugnaba. De ahí que apostásemos, desde el primer día y sin ambages, por la independencia y el socialismo. Como decía el lema del Congreso Constituyente, éramos y somos, “radicalmente andaluces”. Dado que partimos de la existencia de una nación invadida, ocupada, colonizada y negada, actuamos bajo las mismas premisas, y nos planteamos los mismos objetivos, que organizaciones de otros pueblos que se han encontrado o se hallan hoy en semejantes circunstancias: entendemos la lucha como un proceso de resistencia, descolonización y liberación, desde perspectivas soberanistas y anticapitalistas. Y como ha sucedido y sucede en casos similares de resistencia, descolonización y liberación, en Andalucía ese combate también debe desarrollarse a partir de movimientos unitarios revolucionarios. Por eso Blas Infante apostó por una agrupación de tipología ideológica amplia, dentro del común denominador nacionalista y anticapitalista, y por un sistema organizativo de base, anti-jerárquico, horizontalista y asambleario. Ese es también el motivo de que NA, como continuadora de su obra, se funde y trabaje bajo estos mismos principios teóricos y estructurales. Pero NA nace en un contexto muy difícil. El Pueblo Trabajador Andaluz sufre un grado exacerbado y paralizante de desconocimiento de sí mismo, de su tierra y de su propio estado de dependencia, fruto de siglos de condicionamiento social. Esta situación extrema ha influenciado sustancialmente en un andalucismo oficial acomplejado, desorientado y plagado de ideas regionalistas, así como en una izquierda que infravalora, menosprecia o ignora el hecho nacional y la importancia de los procesos de liberación nacional como parte de la lucha de clases. Además, los comienzos de los 90 fue una época de auge capitalista, tras la caída de los estados del llamado “socialismo real”. También de efervescencia españolista, con los fastos del 92. No era la mejor coyuntura para expandir ideas y movimientos de nuestras características. En este entorno hostil y este cúmulo de circunstancias negativas, nuestra propia existencia, continuidad y perseverancia constituye un éxito.

Hablando en términos más concretos, tras estos veinte años, y de acuerdo a los principios y propósitos que os llevaron a la creación de vuestro partido, ¿cuáles sería los pricipales logros, y cuáles los principales fracasos que os gustaría señalar tras toda esta experiencia acumulada?

Nación Andaluza no solo ha nacido en un contexto desfavorable, ha tenido y sigue teniendo que enfrentarse diariamente a las consecuencias de esa realidad alienada y condicionada, de desconocimiento y utilización colectivas, que arrastra nuestro pueblo. Esta realidad negativa lo impregna todo. No solo ha conllevado una enorme dificultad para expandir mensajes antiespañolistas y antisistema, sino también para aglutinar respuestas adecuadas y consecuentes, porque a estas influencias no son ajenos los diversos movimientos sociales y políticos andaluces. Sufrimos un alto grado de confusionismo teórico e incoherencia táctica, tanto en el campo de los colectivos sociales como en el de la izquierda sindical o en el político del nacionalismo de clase. Esto ha supuesto un serio hándicap añadido a la hora del desarrollo de nuestra actividad. No obstante, consideramos que tras veinte años, a pesar de las muchas carencias y errores, de los cuales hemos también nosotros adolecido, se ha logrado que muchos planteamientos básicos ya no constituyan una batalla exclusiva, sino un combate que compartimos con otros. Tras veinte años de trabajo, ya son muchos los que hablan de Andalucía como nación ocupada y colonizada. Ya son muchos los que apuestan por la independencia, y desde perspectivas inequívocamente revolucionarias. También cada vez es más amplia una actitud crítica y contraria al autonomismo y el continuismo neofranquista. Hasta símbolos y objetivos que antes eran solo propios de nuestra organización, como la arbonaida estelada o la República Andaluza de Trabajadores/as, han pasado a ser un acervo común de todos los andaluces que luchan por la soberanía y el socialismo para nuestro país. Todas estas cuestiones, y otras muchas, cabría ponerlas en la balanza positiva.

En la negativa habría que situar otras, como que no hemos logrado que toda la izquierda soberanista andaluza seamos capaces de conformar una unidad de acción, fundamental para reavivar y potenciar ese espíritu del 4-D y constituir una alternativa efectiva contra España y el Capital. Tampoco hemos conseguido acercar a los distintos sindicatos de clase andaluces en un bloque unitario capaz de enfrentarse con éxito al capitalismo y de sustituir como referente entre los trabajadores/as al neoverticalismo de los “mayoritarios”. Pero no consideramos que estos dos objetivos esenciales para la transformación de la realidad andaluza actual, y que por ello centran gran parte de nuestros esfuerzos, sean sendos fracasos, sólo metas aún difíciles de alcanzar. Difíciles pero no imposibles.

¿Creeis posible la creación de un bloque de izquierdas y sobrenista en Andalucía a medio plazo?, ¿En qué términos lo definiríais vosotros?, ¿cuáles sería vuestros requisitos irrenunciables para integraros en un bloque de este tipo?

No solo lo consideramos posible sino necesario e imprescindible. Con respecto a la posibilidad de hacerlo realidad a medio plazo, no es que lo veamos factible, es que estamos seguros de ello. Más aún, la existencia de ese bloque, junto con ese otro del sindicalismo anticapitalista andaluz, como ya hemos expresado, estamos convencidos de que constituirán los dos revulsivos fundamentales del panorama actual. Las dos palancas primigenias, esenciales e insustituibles para la transformación de la realidad andaluza actual hacia metas favorables a los intereses del Pueblo Trabajador Andaluz.

En cuanto a los requisitos, los mínimos son obvios. Que el bloque esté conformado, en exclusividad, por fuerzas, colectivos e individualidades que actúen en un marco referencial andaluz y de izquierdas, nítidamente soberanista e inequívocamente anticapitalista. Y, en cuanto al procedimiento, experiencias frustradas aconsejan lo de “sin prisas pero sin pausas”. Ir construyendo en la praxis y la cotidianidad. Que cualquier estructuración unitaria no sea origen sino consecuencia de un camino recorrido en común, de un irnos acostumbrando a trabajar juntos, acercando planteamientos y estrategias en el día a día. Además, harán falta grandes dosis de generosidad y predisposición comunes. Crear un clima de acercamiento, cooperación y entendimiento, que sustituya a tentaciones individualistas, exclusivistas, competidoras o fomentadoras de antagonismos, que puedan entorpecerlo. Anteponer en toda circunstancia lo que une a lo que distancie. NA apuesta por ello y lo intentamos practicar en actitudes y propuestas.

¿Qué diríais que está más sometido en Andalucía, la vida política y económica de sus instituciones representativas, la economía y la política misma, o la conciencia nacional de sus ciudadanos y ciudadanas?, ¿qué parte de responsabilidad tiene el pueblo andaluz en eso de que, con estatuto o sin estatuto, sigamos arrastrando los mismos problemas estructurales del pasado?, ¿es el pueblo andaluz un pueblo conformista?

En Andalucía toda la realidad social destila sometimiento por igual. Es la lógica política colonial y de ocupación. Insistimos en que estos hechos determinantes, de nuestro pasado y de nuestro presente, tanto el que somos una nación ocupada y colonizada como el que somos un pueblo condicionado y alienado, son los principios sobre los que deben asentarse análisis y estrategias. En caso contrario nunca acertaremos ni lograremos nada. Seguiremos dando palos de ciego. Incluso si se nos crítica de sectarios, maximalistas o excesivamente radicales, es por ese error de apreciación. Bastaría, por ejemplo, con comparar nuestras propuestas y actuaciones con las de otras organizaciones de resistencia ante la ocupación y/o de descolonización y liberación, para comprobar las similitudes. ¿Alguien se imagina a los saharauis luchando por una república marroquí en lugar de por una propia, en nombre del internacionalismo o de intereses de clase?, ¿y a la izquierda palestina aceptando el Estado de Israel por ser una realidad dada o más amplia, y aliándose con la “izquierda” sionista en nombre de la unidad de la izquierda o la de los trabajadores? Pertenecer a una nación ocupada y colonizada condiciona teoría y praxis, o debería condicionar. Más aún en nuestro caso. Si partiésemos de la preexistencia de un pueblo trabajador con conciencia nacional y de clase, como en el caso de otros pueblos hermanos, nos podríamos permitir ciertos lujos contemporizadores o entristas. Su inexistencia en Andalucía obliga a ser más estrictos, dada la carga complementaria rupturista y pedagógica que toda acción debe incluir para invertir esta situación.

En cuanto a nuestro pueblo, ninguna situación andaluza negativa es achacable a él. El Pueblo Trabajador Andaluz sufre las consecuencias del mayor genocidio que ha conocido la historia, en términos cualitativos y en referencia a pueblos existentes. Otros muchos han sido masacrados, pero los supervivientes son conscientes de sí, su historia y su identidad, en mayor o menor medida. Los andaluces no solo fueron perseguidos y exterminados por cientos de miles, no solo han sufrido un genocidio físico, sino que padecieron una política de terror de Estado destinado a su aculturización y alienación generalizadas, que, tras siglos, ha causado el que ignore incluso quién es y ha sido, y que haya interiorizado sentimientos y actitudes que le han sido inducidas, hasta incluso llegar a identificarse con el agresor. Esta tipología de genocidio psicológico e intelectual extremo es única. ¿Y aún pretendemos responsabilizarlo de qué? Nuestro pueblo no es culpable de nada, es la víctima de todo. Los culpables son España, el Capital y los colaboracionistas conscientes o inconscientes.

Los derechos nacionales de Andalucía, como pueden ser el derecho a la soberanía y el derecho a la autodeterminación, piezas básicas en vuestros planteamientos políticos, ¿hay que arrebartárselos a España, o simplemente nos son inherentes? En otras palabras, ¿España debe conceder estos derechos o simplemente tiene que devolvérnoslos, en tanto que derechos robados a Andalucía?

No existe un solo caso en la historia conocida en que un imperialismo haya abandonado su presa voluntariamente y de forma pacífica, siempre han sido obligados. Todas las liberaciones nacionales y sociales han ido precedidas de grandes esfuerzos y sacrificios por parte de los pueblos trabajadores. Parafraseando al reaccionario de Churchill, cada proceso de descolonización y liberación siempre ha costado sangre, sudor y lágrimas a varias generaciones autóctonas. La libertad se pelea y se conquista, nosotros no seremos una excepción a esta regla. El Sistema nunca devolverá discrecionalmente su soberanía a nuestro pueblo. Además, su libertad le pertenece por derecho propio a hombres, mujeres y, por extensión, a los pueblos. Nadie tiene que conceder, otorgarle o reconocerle derechos a Andalucía. Los andaluces ya poseemos, como todo pueblo, el derecho inalienable de ejercer nuestra libertad, de forma ilimitada y permanente. Todo lo que la restringe o imposibilita es tiranía. Todos los que la niegan o impiden son unos tiranos, o sus colaboradores. Por otro lado, aclararos que para nosotros España solo es y puede ser una superestructura opresora. España no existe, si los estados españoles como concretización peninsular del imperialismo capitalista. España fue el nombre de un clásico Imperio del antiguo régimen y, a partir del XIX, tras la pérdida de la mayoría de las colonias y el pacto entre la aristocracia isabelina y la gran burguesía, el nombre de un falso Estado-nación en el que se envolvieron los restos peninsulares e insulares de ese imperio para pervivir, ya transformado en imperialismo capitalista. Por eso, otra falsedad es el distinguir entre buenas y malas Españas. España no oprime y explota a causa de ciertos regímenes, sino porque es su razón de ser. España es el nombre de una cárcel de pueblos y una finca de explotación intensiva de trabajadores. España, imperialismo y capitalismo son sinónimos. Luchar contra toda España es luchar contra el imperialismo y el capitalismo. Defender cualquier España es defender el imperialismo y el capitalismo. De España ni queremos ni esperamos nada.

¿Cómo ve Paco Campos el futuro de Andalucía?

Con claroscuros. Por un lado, la extensión de las ideas soberanistas y anticapitalistas unificadas en un proyecto libertador global, sobre todo entre la gente joven, es esperanzador. Por otro, es desalentador el que aún exista un excesivo confusionismo inducido por el Sistema. Por ejemplo, el que tantos aún defiendan estos sucedáneos de democracia y autonomía, aunque sea “de forma crítica”, o el que se empecinen en achacar nuestros males a cuestiones accesorias; como gobiernos, legislaciones, financiaciones, etc. Si ayer el error y el fraude era la “autonomía de primera”, hoy es ese: todos contra el PSOE. El Régimen no es el PSOE, es el propio autonomismo. El neofranquismo y el neocolonialismo que representan. No se trata de acabar con un capataz y sustituirlo por otro, ese es el engañabobos al que quiere el Sistema que juguemos, se trata de acabar con el amo. Y el amo es España y el Capital. En Andalucía españolismo y capitalismo se llaman autonomía. Estas contradicciones muestran la dificultad del proyecto libertador, auguran una “larga marcha”.

La izquierda nacionalista y anticapitalista andaluza tiene la responsabilidad histórica de encabezar el despertar de nuestro pueblo. De dar un vuelco radical a la realidad andaluza. De abandonar los discursos políticamente correctos, rebasar los límites impuestos por el españolismo, eso que eufemísticamente denominan “marco constitucional”, y ser los abanderados de la lucha por la libertad de Andalucía. Iniciar una estrategia común de oposición frontal al régimen neofranquista y neocolonialista impuesto, rechazando el sistema autonómico y apostando por la reivindicación soberanista. Luchar por la recuperación por parte del Pueblo Trabajador Andaluz de sus derechos nacionales y sociales. Ese es el autentico cambio que necesita Andalucía, él único capaz de transformarla, acabar con esta pantomima de democracia y autonomía y recobrar nuestra soberanía.

Unas últimas palabras...

Agradecer a Kaos en la Red que nos haya dado la oportunidad de exponer nuestras ideas y felicitaros por la labor de contra-información que desarrolláis, especialmente en este país, en donde os habéis convertido en una trinchera digital esencial contra el discurso oficialista. Y hacer un llamamiento a la perseverancia y contra el desánimo a los andaluces conscientes, con conciencia nacional y de clase. El futuro es de los pueblos y de los trabajadores. Todos los imperialismos y todas las tiranías han caído. Solo es cuestión de tiempo. Andalucía volverá a ser libre.


http://www.kaosenlared.net/noticia/especial-andalucia-entrevista-paco-campos-defender-espana-defender-imp

11 feb 2011

Contra el tópico: la liberación nacional desde una perpesctiva socialista

James Conolly, independentista y marxista irlandés

Es un lugar común en nuestro país escuchar gentes que calificándose de ser de izquierda asocian nacionalismo con conservadurismo, oponiéndolo al concepto de revolución social y sociedad socialista. El declararse abiertamente independentista andaluz y marxista propicia normalmente un torrente de preguntas en las que predominan las ideas preconcebidas y los tópicos ¿Quién no ha discutido con amig@s y compañer@s la relación existente entre estos conceptos?

Creemos que estos prejuicios se deben en primer término al españolismo del que ha hecho gala el PCE desde los años 30 del pasado siglo, identificando los nacionalismos de las naciones oprimidas en el estado español con caprichos pequeño-burgueses frente a “lo revolucionario” del marco estatal, heredero del expansionismo castellano-aragonés, a pesar de que en Andalucía, País Vasco o los Países Catalanes se estuvieran desarrollando desde principios de siglo XX movimientos nacionalistas de cariz marcadamente rupturista con las bases materiales sobre las que se asentaba el capitalismo en estas naciones sin estado.

Tampoco podemos desdeñar el papel de las burguesías estatales, primeras adalides y propagadoras del españolismo como ideología. Para ello ha utilizado la propia cultura popular andaluza, o algunos elementos distorsionados y adecuadamente manipulados de ella, como identificación de lo presuntamente (por ser inexistente) español. La prolongada hegemonía ideológica de las clases dominantes en el estado español, en Andalucía representada históricamente por la burguesía terrateniente heredera de la nobleza conquistadora del medievo, ha propiciado el contacto permanente durante los últimos doscientos años del Pueblo Trabajador Andaluz con el nacionalismo español y la asunción preponderante del españolismo como ideología dominante, a izquierda y derecha del espectro político.

Esta conjunción de hechos ha facilitado la identificación del concepto nacionalismo con el de conservadurismo. Pero ¿existen razones para hacer esta asociación de ideas en función de la teoría marxista?

LOS PROBLEMAS NACIONALES EN LOS PENSADORES MARXISTAS

"No luchamos para convertirnos en portugueses de piel negra. Combatimos para afirmarnos como mozambiqueños sin que esto signifique, sin embargo, desprecio hacia el pueblo portugués o hacia cualquier otro pueblo...” (Samora Machel, secretario general del Frente de Liberación de Mozambique)

Ya los propios Marx y Engels, se posicionaron de forma meridianamente clara a favor del derecho de autodeterminación de los pueblos, es decir, del derecho a decidir libremente separarse o no de una entidad estatal mayor. En este sentido, muchas veces se repite una cita descontextualizada del Manifiesto Comunista para avalar un pensamiento simplista y burdo sobre este asunto, o lo que es peor para cubrir posiciones de españolismo de izquierda y su relación con las clases populares: “...los obreros no tiene patria...”. Es cierto que Marx y Engels se expresan así en el Manifiesto Comunista, pero si seguimos leyendo unas líneas más del mismo párrafo encontraremos, refiriéndose los autores a la misma clase obrera, esto otro “... en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque en ninguna manera en el sentido burgués...”. Es decir, mientras las clases populares no tomen las riendas de su destino, no conquisten el poder político, la patria será un ideal al servicio de los intereses del estado burgués. Por ello l@s independentistas andaluces/zas consideramos el lema “Independencia y socialismo” como una proclama llena de sentido en el caso andaluz, para que el Pueblo Trabajador Andaluz conquiste la dirección de su tierra, y pueda construir una Andalucía en provecho de la mayoría.

La cuestión nacional en Marx y Engels estuvo fuertemente determinada por el papel del imperio zarista como gendarme de la reacción en Europa, y la necesidad de derrotar al imperialismo ruso como requisito imprescindible para la revolución democrática en la Europa del siglo XIX. En un debate del Consejo General de la AIT, Marx ridiculiza a los delegados franceses, y entre ellos a su futuro yerno y colaborador Paul Lafargue, que pretenden de forma general afirmar que las nacionalidades y las naciones son “prejuicios superados”. La propia fundación de la AIT fue proclamada el 28 de septiembre de 1864, con ocasión de un mitin de simpatía por Polonia en St. Martin´s Hall de Londres. De hecho, el derecho a la independencia de Polonia con respecto a Rusia fue defendido por Marx, en un congreso de la I Internacional en 1866 y posteriormente fue una posición recurrente del pensador alemán en los debates de la misma. Engels se posicionó con respecto a este tema de la misma forma en diversos escritos. La cuestión de Polonia disfrutó de grandes simpatías en el movimiento obrero durante el siglo XIX, ya que la liberación y unificación de Polonia ponía directamente en jaque a la Santa Alianza y a las tres grandes potencias militares del momento; Austria, Prusia y Rusia.

También Marx y Engels se posicionaron de forma pública a favor de la independencia de Irlanda, convencidos de que la caída del imperialismo inglés en Irlanda era el primer paso inevitable para la caída de las clases dominantes inglesas en la propia Inglaterra. A pesar de sus vacilaciones iniciales con respecto a la dominación británica en Irlanda, este problema fue introducido en su vida cotidiana a través de la participación de las hijas de Marx, Jenny y Eleanor, y de la compañera irlandesa de Engels, Lizzie Burns, en los movimientos de solidaridad con Irlanda. Incluso Engels proyectó escribir una historia de Irlanda, de la que solo escribió los primeros capítulos, ya que la guerra franco-prusiana y la Comuna de París desviaron su atención. En una carta a Kautsky relata a propósito de la emancipación de las colonias “en cuanto a las etapas sociales y políticas que deberán recorrer entonces esos países antes de llegar a su vez a la organización socialista, creo que en la actualidad solo podemos adelantar algunas hipótesis. Solo una cosa es segura: el proletariado victorioso no puede imponer la felicidad a ninguna nación extranjera sin socavar su propia victoria” Ambos patrocinaron en diversos congresos obreros internacionales la participación de una delegación independiente de los trabajadores irlandeses, aparte de la delegación inglesa. Marx calificó la pretensión de incluir a los irlandeses en la delegación inglesa como una “humillación” y mostró sus simpatías hacia los fenianos como un movimiento de “tendencia socialista” y protagonizado por “las capas inferiores” de la sociedad irlandesa. El análisis es explicado así: “en Irlanda no se trata de un simple problema económico, sino, al mismo tiempo, de un asunto nacional, desde que los terratenientes de allá no son, como los de Inglaterra, los tradicionales dignatarios y representantes de la nación, sino sus opresores mortalmente odiados”.

Pero la mayor aportación de esta problemática para Marx y Engels es la consideración de la dialéctica entre nación oprimida y nación opresora, y las potencialidades que ya entonces, de forma totalmente acertada, vislumbraba el tándem revolucionario en las luchas de las naciones oprimidas, en este caso Irlanda, como detonador de la lucha de la clase obrera. El ascenso de las luchas de liberación nacional y el desarrollo del potencial revolucionario de las mimas, que se produjo en toda su amplitud tras la II Guerra Mundial, ya lo atisbaban entonces. La cuestión nacional irlandesa fue el punto de inflexión que les hizo invertir los propios términos de sus formulaciones, que consideraban hasta entonces que la liberación social solucionaría los problemas nacionales. Ahora será la cuestión nacional la que encierre grandes potencialidades para avanzar en la cuestión social. En este sentido, escribe Marx en 1869: “He pensado, durante mucho tiempo, que era posible derribar el régimen irlandés por medio de la english working class ascendency(el ascenso revolucionario de la clase obrera inglesa). Estudios más profundizados me han convencido de lo contrario. El resorte debe estar situado en Irlanda. Por eso tiene tanta importancia el problema irlandés para el movimiento social en general”.

A este cambio de caracterización de la cuestión nacional va a ayudar sin duda el análisis que hará Marx de otras realidades coloniales durante la década de los 50 del siglo XIX. Encontramos ya entonces de forma incipiente los inicios de lo que en la segunda mitad de siglo XX se dió en llamar tercermundismo, basado en un análisis profundo de la ley del desarrollo desigual y combinado del capitalismo, formulado en acepciones como esta que realiza en 1858: “si nos atenemos a los hechos, las islas Jónicas, como la India e Irlanda sólo demuestran que para ser libre en su casa John Bull debe esclavizar a los pueblos que están fuera de las fronteras de su estado”. Marx trata en los artículos periodísticos que envía al periódico estadounidense New York Daily Tribune con absoluto desprecio el “genio colonizador” británico en el que se plasman las ansias depredadoras de la burguesía. Especial atención prestó a los desmanes de John Bull (el colonialismo británico personificado) en la India. En sus análisis se puede atisbar ya elementos para una consideración revolucionaria de las luchas de liberación nacional. En una fecha tan temprana como 1853 afirma: “los indios no podrán recoger los frutos de los nuevos elementos de la sociedad, que ha sembrado entre ellos la burguesía británica, mientras en la propia Gran Bretaña las actuales clases gobernantes no sean desalojadas por el proletariado industrial, o mientras los propios indios no sean lo bastantes fuertes para acabar de una vez y para siempre con el yugo británico”.

Más adelante en el tiempo, encontramos a Vladimir I. Lenin, el tercero de la lista de los grandes pensadores marxistas. El caso de Lenin es revelador, en cuanto que no solo tuvo una posición resuelta del derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas sino que pudo llevarlo a la práctica y confrontarlo con los planteamientos imperialistas de la izquierda rusa y europea. Es muy conocida las disputas que mantuvo con Otto Bauer y especialmente con la alemana Rosa Luxemburgo, en la que la luchadora alemana se posicionaba contra el derecho de autodeterminación. Lenin vivió plenamente en la época del imperialismo, del capitalismo monopolista, y apreció como en el momento en que el mundo comenzaba a repartirse entre un puñado de potencias, la cuestión nacional y colonial cobraría una renovada importancia.

Veámoslo en un caso concreto, de nuevo el caso de Irlanda. La mayoría de los líderes socialistas de la II Internacional que traicionaron a la clase obrera internacional rompiendo sus propios acuerdos y participando junto con sus burguesías nacionales respectivas en la I Guerra Mundial, no dudaron en condenar el alzamiento en Irlanda que el Ejército Ciudadano dirigido por el revolucionario James Conolly organizó en la Pascua de 1916 contra el régimen autonómico irlandés, un gobierno títere del Imperio Británico. El alzamiento sentaba un peligroso precedente para las potencias europeas que se encontraban en plena guerra, que mandaba a las clases populares a matarse en nombre de los intereses de sus burguesías, mostrando la maduración política del movimiento independentista irlandés abriendo un frente en la retaguardia británica. La ideología de las burguesías europeas había logrado disolver los acuerdos de la Internacional Socialista y el Alzamiento de Pascua irlandés hacía resquebrajarse esta hegemonía, sentando un peligroso precedente. Tan solo Lenin aprobó la fracasada sublevación irlandesa en la que cayó asesinado Conolly, que calificó como un movimiento popular antiimperialista en medio de una guerra imperialista. Según él: “la desdicha de los irlandeses es que se alzaron prematuramente, cuando la revolución europea del proletariado aún no había madurado”.

Lógicamente, el revolucionario ruso prestó mayores atenciones para la cuestión nacional en los territorios bajo la opresión del yugo zarista. Escribe Lenin, exponiendo su pensamiento sobre el tema con toda claridad: “Si el marxista ucraniano se deja llevar por su odio, muy legítimo y natural, a los opresores rusos, hasta el extremo de hacer extensiva aunque solo sea una partícula de ese odio, aunque solo sea cierto distanciamiento, a la cultura proletaria y a la causa proletaria de los obreros rusos, ese marxista irá a parar a la charca del nacionalismo burgués. Del mismo modo se deslizará el marxista ruso a la charca del nacionalismo no solo burgués, sino también ultrarreaccionario, si olvida, aunque sea por un instante, la reivindicación de plena igualdad de derechos para los ucranianos o el derecho de estos a constituirse en estado independiente.” Tras el triunfo de la Revolución Rusa nada cambió para Lenin en sus apreciaciones sobre el Internacionalismo, expresándose de esta forma ante los que criticaban su política: “Nos dicen que Rusia será dividida, que se deshará en repúblicas separadas, pero no hay razón para que ello nos asuste. Por muchas repúblicas independientes que haya, no nos asustaremos; lo que es importante para nosotros no es por donde pase la frontera del estado, sino que la unión de los trabajadores de todas las naciones se conserve para la lucha contra la burguesía de cualquier nación.” Lenin planteó una lucha contra el paneslavismo, el nacionalismo y el patriotismo ruso, haciendo una crítica a la herencia ideológica del imperio zarista bien presente en la Rusia posterior a 1917, tanto en su variante internacional como en su variante interior, calificando a Rusia de esta forma: “en un mismo país, es una prisión de pueblos”.

De forma que, a partir de Lenin, y en coherencia con los avances teóricos que ya habían apuntado Marx y Engels a través del estudio de la dominación de Irlanda, el derecho a la autodeterminación, a la separación política, forma parte definitivamente del programa del movimiento revolucionario internacional. Y es precisamente en esta etapa cuando aparece el término de “colonia interior”. Se produce en el Congreso de los Pueblos de Oriente celebrado en Bakú en septiembre de 1920. Allí se sostiene que “la revolución no resuelve los problemas de las relaciones entre las masas trabajadoras de las sociedades industriales dominantes y las sociedades dominadas”.

Podríamos hablar de otros pensadores marxistas clásicos que se han posicionado a favor del derecho de separación, esto es, de ejercer la autodeterminación convirtiéndose en estado independiente, en distintas épocas y lugares, y de distintas tendencias. Siguiendo la línea política trazada por Marx, Engels y Lenin sobre el problema del imperialismo, los procesos de descolonización ya en la segunda mitad del siglo XX generarán toda una serie de autores y corrientes políticas donde emancipación social y nacional son las dos caras de una misma moneda, como el caso del brillante martiniqués Frantz Fanon.

Podemos decir entonces que, más allá de los lugares comunes, en el pensamiento marxista no hay ningún indicio que nos lleve a afirmar que este es específicamente contrario al derecho de autodeterminación. Mas bien ha sido considerado históricamente como un derecho democrático que los revolucionarios han avalado en numerosas ocasiones. Un derecho democrático de las naciones oprimidas, que se ha contemplado como primer y fundamental paso para generar la confianza imprescindible entre las clases trabajadoras y populares de las diferentes naciones (dominante y dominadas), confianza sin la cual no se podrá forjar la unidad de clase. Y sin unidad de clase internacional, no puede haber Internacionalismo.

LA EXPRESIÓN GEOGRÁFICA DE LA LUCHA DE CLASES

"La Sudáfrica de la población que no es blanca es la colonia de la población blanca de Sudáfrica" (SACP, Partido Comunista Sudafricano).

Si ahondamos en los prejuicios acerca de los movimientos revolucionarios de liberación de las naciones oprimidas, creemos que es fruto de un reduccionismo considerar a los oprimidos como la clase obrera en abstracto. Las contradicciones en el capitalismo no solo se dan en la forma trabajo asalariado-capital, sino que también se producen, fruto del imperialismo como forma actual del sistema capitalista, entre naciones opresoras y pueblos oprimidos. De hecho esta contradicción a marcado buena parte de los progresos revolucionarios del siglo XX, desde la Rusia de principios del siglo XX al Vietnam de Ho Chi Minh, pasando por la guerra en China contra el imperialismo japonés o la Cuba en la que desembarca el yate Granma.

La perspectiva espacial del capitalismo y sus desigualdades ha sido olvidada de forma usual por buena parte de la izquierda. Quizás para algunos era incómoda la visión de una Unión Soviética que en los años 60 y 70 ejercía de potencia con respecto al tercer mundo, siendo calificada de “socialimperialista”, y siguen arrastrando esa venda en los ojos. Como recientemente el estudioso egipcio Samir Amín señalaba: “...Al observar al capitalismo como sistema mundial constataremos que es un sistema mundial polarizado, en el sentido que ha generado una desigualdad sin precedentes en la historia de la humanidad. En tiempos de la revolución industrial la relación de productividad media anual por familias mostraba una diferencia muy reducida, según varias estadísticas era una relación de 1 a 1,3, con un 30% de diferencia máxima. Esta distancia creció con el transcurrir de los siglos hasta llegar actualmente a una relación de 1 a 60...

...Un fenómeno gigantesco, probablemente el hecho social e histórico más impresionante de la historia de la humanidad. A pesar de este hecho, la economía dominante no se interesa por este hecho y desgraciadamente la economía marxista no le ha reconocido la centralidad que merece...”

Aquellos que, como hacen nuestros camaradas de la izquierda españolista, menosprecian la cuestión nacional en estados imperialistas como el español, o la consideran una cuestión menor ("contradicción secundaria" dirán ellos), obvian en buena medida las enseñanzas de la historia de los siglos XIX y XX.

Ya desde sus inicios el capitalismo para poder desarrollarse como lo hizo necesitó de una gran concentración de capitales que solo pudo obtener a través del sistema colonial que se constituyó en otra forma de explotación, en una contradicción más que atraviesa la forma de producción capitalista. De hecho, la explotación colonial históricamente precedió a la expropiación de los campesinos para la formación de un proletariado urbano que vendiera su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Es una simplificación del pensamiento revolucionario analizar la sociedad únicamente en función de la contradicción entre proletariado y burguesía. En muchos países que realizaron con éxito un proceso revolucionario hacia el socialismo, su proletariado, su clase obrera industrial, era extremadamente minoritaria. La primera revolución proletaria triunfante fue precisamente en un país como Rusia, con un gran porcentaje de población campesina y que el mismo Lenin califico como "país semicolonial". Y el segundo país del mundo en el que se instauró un régimen socialista fue Mongolia, a pesar de la inexistencia en este país de un tejido industrial merecedor de tal nombre.

De ahí el error de la izquierda españolista que pretende hacer de las posiciones de los diferentes movimientos de liberación nacional existentes en el estado español posiciones pequeño-burguesas mientras avala con sus prácticas, sus análisis y su discurso, al estado español como marco de actuación política. Negando así no solo el derecho de las naciones oprimidas por el imperialismo español a la autodeterminación, sino el carácter de cárcel de pueblos de este estado. Aunque se utilice retóricamente la invocación al derecho de autodeterminación u otras fórmulas como "soberanía" o "(re)construcción nacional" como forma de conjurar las sospechas de colaboracionismo españolista, lógicamente estas declaraciones han de ir acompañadas de hechos y acciones que las sostengan y que nunca se producen de forma definitiva. Esto es así entre otras razones por el simple hecho que el discurso de la soberanía nacional entra en contradicción frontal con el marco organizativo de la mayoría de las organizaciones de la izquierda españolista. No se puede apostar por la ruptura cuando el marco organizativo, de reflexión teórica y de acción política es aquel que se pretende quebrar. Así valida la izquierda españolista el marco geográfico estatal que las clases dominantes nos imponen como único marco posible de relaciones internacionalistas entre Pueblos Trabajadores.

Pero detrás del supuesto cientificismo bajo el que la izquierda españolista adopta el marco español como “marco de acumulación de fuerzas”, se encuentra todo un conjunto de inercias históricas, fuertes clichés subterráneos españolistas y lazos de dependencia personales, orgánicos y psicológicos hacia el Comité Central de turno en Madrid, que impide cualquier análisis que supere este marco. Utilizar subterfugios barnizados de cientificidad marxista para justificar (y justificarse) las dependencias de todo tipo y los miedos a cortar el cordón umbilical con el Comité Central no es algo nuevo. Ya en 1931 la Federación Comunista Catalano-Balear se dirigía al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista denunciando el españolismo del PCE de entonces: “La dirección del Partido oficial (el PCE) no ha hecho nada absolutamente por crear en Vasconia, en Galicia y en Andalucía un movimiento de independencia nacional íntimamente ligado a la clase obrera revolucionaria (...) Nosotros somos partidarios ardientes de la independencia de Cataluña, de Euskadi, de Galicia, de Andalucía, etc. La burguesía no ha podido hacer la unidad ibérica. Ha mantenido la cohesión mediante un régimen de opresión constante. España, que no es una nación sino un Estado opresor, debe ser disgregada". Con fechas mucho más recientes Kemal, un antiguo militante de la Liga Comunista Revolucionaria realiza una interesante reflexión sobre estos aspectos en la LCR describiendo los documentos aprobados sobre la Cuestión Nacional en el VIII Congreso estatal de esta organización señalando: “Se asumía aparentemente la necesidad de una estrategia nacional, pero sin extraer de ahí que esto implicaba potenciar ritmos, procesos, discursos, identidades y alianzas propias que de ser consecuentemente desarrolladas entrarían muy posiblemente en colisión con los intereses estatales... ...Sin tomar conciencia de todas las consecuencias de la necesidad ya asumida de generar una lucha socialista contra España y el Estado español desde y por Andalucía, no se aquilataban todas las diferencias existentes entre, por ejemplo, formar parte de una Internacional y ser parte de una organización cuyo ámbito es justo el del Estado opresor con el que se quiere romper. Se eludía la incomoda constatación de que no es materialmente posible luchar por la soberanía e independencia nacional en y desde una fuerza dependiente ni construir una organización nacional como sección de una estatal.*h

Las contradicciones del capitalismo español se plasman no solo en la contradicción capital-trabajo, entre el proletariado que trabaja en la planta de montaje y el patrón que mira desde la oficina más alta. Esta imagen ramplona es muy del gusto de ciertos comunistas situados más cerca del folklorismo que de un proyecto verdaderamente revolucionario. Las contradicciones se plasman también en el espacio y en una división territorial del trabajo en la que Andalucía tiene determinados papeles asignados desde su introducción, verbigracia del estado español, en los circuitos capitalistas internacionales (mano de obra, cantera de las fuerzas de seguridad del estado, agricultura bajo plástico, residencia turística de segunda categoría...). Se trata de lo que algunos han llamado “la expresión geográfica de la lucha de clases”, fruto del desarrollo desigual y combinado propio del sistema capitalista y de la consecuente división del trabajo que este genera.

La burguesía y la aristocracia andaluzas han aumentado sus ganancias en este marco de sometimiento y es por ello que han mantenido su alianza histórica con las clases dominantes del estado (con excepciones como la intentona independentista colegiada del Duque de Medina Sidonia, el Marqués de Ayamonte y el morisco Tahir al Hor tras la emancipación de Portugal en el 1641), asumiendo el españolismo como ideología apropiada a sus intereses. Esta alianza se va a soldar de una forma definitiva durante el siglo XIX, tras los sucesos de 1868 y los alzamientos populares andaluces que inauguró en Cádiz Fermín Salvochea, en diciembre del mismo año. Así aseguraban los terratenientes andaluces su carácter de fracción de clase en la burguesía dominante en el estado español, de la que ha formado parte desde su génesis en la Edad Media como hija de la aristocracia conquistadora castellano-aragonesa.

De esta manera, la separación imaginaria entre la contradicción capital-trabajo y la contradicción nación oprimida-nación opresora pierde sentido en cuanto que ambas se solapan en Andalucía, como pueblo sometido a una dominación colonial. Los actores en ambas dialécticas son los mismos, Pueblo Trabajador Andaluz contra burguesía imperialista. El único escenario posible es el de un enfrentamiento político de masas con el estado imperialista español.

¿NACIONALISMO O NACIONALISMOS?

"Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo...” (Ernesto “Che” Guevara).

Incluso a veces el proceso ha sido a la inversa de cómo hemos visto hasta aquí. Tal y como lo intuyeron Marx y Engels en la segunda mitad del siglo XIX, hay casos en los que no han sido las organizaciones revolucionarias las que han asumido el derecho a la autodeterminación, sino que ha sido en el desarrollo dialéctico de los procesos de liberación nacional (pilotados de forma inicial por organizaciones interclasistas con un componente mayoritariamente popular) los que han hecho madurar políticamente las posiciones y poner a la cabeza del movimiento nacional a organizaciones obreras que han orientado la lucha nacional hacia el socialismo. Nada extraño si tenemos en cuenta los casos de los afroamericanos en Estados Unidos, Vietnam, China o de numerosos países en África durante la segunda mitad del siglo XX, en ese proceso (lleno de contradicciones) llamado descolonización que vio el despertar de los pueblos africanos.

Si echamos la vista atrás nos encontramos por ejemplo con el nacionalismo negro de los afroamericanos en los EE.UU. En él encontramos corrientes sumamente reaccionarias, como la Nación del Islam y a su vez otras organizaciones con un perfil evidentemente revolucionario, como los Panteras Negras. En este abanico de posibilidades que se da en el nacionalismo negro encontramos a un personaje como Malcolm X, que encarna esa evolución política desde el nacionalismo de la Nación del Islam hasta el nacionalismo revolucionario en los últimos años de su vida, cuando comprendió que el racismo y la opresión del afroamericano en la sociedad blanca estadounidense era fruto del sistema capitalista, y que no habría emancipación de los afroamericanos sin acabar con él. No por casualidad fue entonces cuando lo asesinan, el 21 de febrero de 1965, mientras participaba en un acto político el Audubon Ballroom de Manhattan. Unos meses después nacería en los suburbios norteamericanos el Partido de los Panteras Negras para la Autodefensa que poseyó un fuerte carácter socialista e internacionalista. Uno de sus principales lideres, Huey P. Newton, visitó lugares como Cuba o la China de la Revolución Cultural, invitado por Mao Tse Tung. Y otras figuras relevantes de la organización fueron acogidas temporalmente por gobiernos revolucionarios, como Ángela Davis en Cuba. Si hablamos de internacionalismo, hemos de hablar en este caso del ofrecimiento de los Panteras Negras de enviar varios centenares de militantes de su organización a luchar a Vietnam contra el ejército estadounidense.

Tampoco era similar el nacionalismo reaccionario de las clases dominante chinas del Kuomitang, en la guerra contra el imperialismo japonés, que el del Partido Comunista Chino. Sin embargo ambos se insertaron de una forma dialéctica en la guerra antijaponesa.

Ni era igual el folklorismo del indigenismo colaboracionista con la política de “reservas” del gobierno yanqui, con el indigenismo revolucionario del Movimiento Indígena Americano que planteaba desde el interior de la mayor potencia mundial el cuestionamiento del colonialismo interior al que durante siglos había sometido el hombre blanco a los indígenas de Norteamérica.

No pretendemos entonces darle a todos los procesos de emancipación nacional un carácter revolucionario en sí mismos. Este tipo de conceptos es necesario verlos de una forma dialéctica, hemos de contemplarlos en la sociedad en la que se enmarcan para entender su significado. Es un error hablar de *gnacionalismo*h a secas. De esta manera el nacionalismo no existe. No se puede teorizar sobre un concepto como el nacionalismo sin situarlo en un marco geohistórico determinado, en el que adquiere su forma y sus características en función del proyecto nacional que se persigue y la clase social que lo abandera. Pensamos que es más adecuado hablar de “nacionalismos” para abarcar esa pluralidad.

En palabras del historiador Pierre Vilar, refiriéndose precisamente a la conceptualización de la cuestión nacional en el marxismo, “nación” es un concepto en el que se combinan hechos de larga duración (lingüísticos, culturales, territoriales...) con hechos de duración media, como un fenómeno histórico, directamente relacionado con una coyuntura histórica concreta y con movimientos o acontecimientos, es decir, con hechos de corta duración, que son los que vinculan la reivindicación nacional a un determinado grupo o clase social. Pero las identidades nacionales se fracturan en las sociedades capitalistas como ya anunciaba la cita del Manifiesto Comunista, señalada al inicio, de la misma forma que el capitalismo impone una fractura social creciente en el seno de cada sociedad en dos grandes grupos: explotadores y explotados. De esta forma los dos conceptos de nación se desarrollan de forma independiente. Para la burguesía la nación constituye el trozo de pastel que le ha tocado gobernar y explotar, población incluida, para su propósito: acumular capital. Su “campo de concentración” particular e inviolable. Desde una perspectiva revolucionaria la nación y sus frutos han de ser propiedad colectiva, la nación ha de dejar de ser valor de cambio, mercancía, para convertirse en un valor de uso administrado por la comunidad. Tod@s somos nación, y por lo tanto los beneficios y riquezas de la misma deben ser repartidos de forma equitativa entre tod@s.

No es similar el nacionalismo imperialista francés, que estableció como lengua única del estado el francés a finales del siglo XVIII, avocando a la desaparición al bretón, alsaciano, occitano, vasco, catalán o corso, que el nacionalismo de los “oprimidos” de cualquiera de estos pueblos. Por supuesto, dentro de estos pueblos podemos encontrar corrientes nacionalistas reaccionarias, pero eso no es menoscabo de su situación de pueblo oprimido. Nadie podría decirse revolucionario, ni siquiera demócrata, sin apoyar de forma inequívoca los derechos democráticos de estos pueblos en lo lingüístico, político o económico, usurpados por el imperialismo francés.

Tampoco podemos comparar el nacionalismo español, gestado bajo influencia directa del ideario burgués de la revolución francesa, que arranca del real decreto de diciembre de 1833 anulando los antiguos reinos y asentando un único estado dividido en provincias (con sus antecedentes más cercanos en la Constitución de Cádiz de 1812 y los Decretos de Nueva Planta de Felipe V en los inicios del siglo XVIII) con los nacionalismos populares andaluz, vasco o gallego. Sin duda, en el nacionalismo andaluz o en el vasco, hay gentes cuyo proyecto social y político es eminentemente reaccionario. Coinciden a su vez con la versiones nacionalistas más contemporizadoras y pactistas, siendo verdaderamente expresiones de un regionalismo político, más que de una formulación nacionalista propiamente dicha. A su vez, también existen y se desarrollan corrientes verdaderamente socialistas dentro de estos, que vienen a coincidir en la necesidad de la separación política, de la indepedencia, como requisito imprescindible para el progreso social de sus respectivas naciones. En cambio el nacionalismo español no puede ser mas que reaccionario por definición, puesto que no es más que una forma de imperialismo que mantiene su integridad en base a la violencia y como ideología esta creada precisamente para justificar esta violencia en la que se fundamenta el expolio económico. La unidad estatal españolista no se basa en la libre voluntad de los sujetos colectivos que la conforman sino, en última instancia, en toda la superestructura ejecutiva, jurídica y legislativa, y en los cuerpos represivos que la salvaguardan. El articulo VIII de la Constitución de 1978 que define como función del ejército la integridad territorial no es una casualidad. Los hechos ocurridos en el siglo XX y lo que va de siglo XXI son buena prueba de ello. Lo que hoy configura la “sagrada unidad de la patria” no son más que los últimos jirones del imperio que impulsaron en alianza las coronas de Castilla y Aragón en los albores de la Edad Moderna, y su pérdida más reciente de la larga lista fue el Sahara Occidental. Estamos seguros que no será la última.

Pero también hemos de tener en cuenta que no solo se dan formulaciones nacionalistas revolucionarias en naciones sin estado. En los recientes acontecimientos en América Latina tenemos numerosos ejemplos de corrientes antiimperialistas en estados conformados de muy diverso signo. Desde los tiempos de Ernesto Guevara de la Serna en Cuba se repite la consigna de “¡Patria o muerte!” frente a la constante amenaza del imperialismo estadounidense. No es casualidad que Cuba sea uno de esos casos que se les atraganta a la izquierda españolista, ya que fue precisamente una nación oprimida por el imperialismo español la que hoy representa un digno ejemplo de país independiente y socialista, a pesar de sus posibles errores y debilidades. ¿Quizá José Martí debería haber esperado una revolución en la metrópoli para no romper así la unidad de clase españolista?

Ese es uno de los argumentos que utiliza la izquierda españolista contra los movimientos de liberación nacional. Agitan como un espantajo que: sería muy negativo romper la unidad de clase”. Como si esa unidad de clase pudiera construirse alguna vez bajo el marco imperialista, las restricciones legales, la violencia policial, la subordinación económica y las fronteras estatales dadas por el españolismo.

En definitiva, asociar nacionalismo y reacción es completamente injustificado. En el caso de una nación bajo un régimen colonial, como es el caso de Andalucía, nacionalismo y socialismo han de verse unidos en una misma doctrina si aspiramos a erradicar la explotación del hombre por el hombre en este trozo de tierra entre Despeñaperros y el Mediterráneo. Tan solo los que tienen garantizado el plato de lentejas en el pesebre imperialista, o aquellos que estén ciegos, podrían mirar para otro lado ante las condiciones de explotación a las que se ve sometidas el Pueblo Trabajador Andaluz.

Carlos Ríos

"Publicado en la revista Independencia, nº 52, mayo 2010"

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Campo Antiimperialista Antiimperialismo y anticapitalismo, en Independencia-órgano andaluz de opinión, nº45, septiembre de 2004, Granada.

Engels, F. El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Planeta-Agostini, Barcelona, 1992.

Euskal Herriko Komunistak El marxismo y la cuestión nacional vasca

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http://revistaindependencia.wordpress.com/

Extraído de: http://www.kaosenlared.net/noticia/contra-topico-liberacion-nacional-desde-perpesctiva-socialista

11 ene 2011

11 de Enero, 78º aniversario de la matanza de Casas Viejas. Día de l@s Trabajadores/as Andaluces/zas


Este 11 de Enero se cumplen setenta y ocho años del asesinato premeditado de 22 jornaleros andaluces de la Sierra de Cádiz en la localidad de Casas Viejas. Setenta y ocho años durante los que el Sistema no ha logrado borrar el recuerdo de un atroz y vergonzoso crimen de estado perpetrado por su II República, española por supuesto.


Ante el llamamiento de la CNT, el sindicato de clase mayoritario entonces en nuestro país, especialmente en el campo, el 11 de Enero de 1933, los jornaleros de Casas Viejas se levantan, proclamando el comunismo libertario en la localidad. Tras rodear el cuartelillo de la Guardia Civil, les instan a rendirse, asegurándoles que se les permitiría marchar. Eran solo un puñado de campesinos hambrientos y armados con unas pocas viejas escopetas de caza. Los Guardias Civiles respondieron disparando y pidieron ayuda. Pocas horas después entran en el pueblo cientos de guardias civiles y de efectivos de la Guardia de Asalto republicana. Casi todos los insurrectos huyen ante la imposibilidad de defensa pero, a pesar de terminada la revuelta, las “fuerzas del orden” van casa por casa asesinando a decenas de lugareños. Francisco Cruz Gutiérrez, seis dedos, se refugia en su casa con otras ocho personas. Esta, ante la resistencia, es incendiada, muriendo calcinados o disparados al intentar salir y huir.


Es evidente la intencionalidad escarmentadora de la “autoridad”. No llegaron solo para sofocar un levantamiento, eso era lo de menos. Pretendían amedrentar al jornalero andaluz, convirtiendo Casas Viejas en un escarmiento colectivo preventivo. Una vez más, la historia se repetía. La que venía sufriendo nuestro pueblo, especialmente el campesinado, desde hacía cientos de años. Desde la ocupación de nuestro país, el expolio sistematizado de tierras y el robo institucionalizado de posesiones y riquezas, la política de las élites dominantes siempre ha sido la misma. La implantación de un régimen de explotación colonial intensiva asentado sobre tres instrumentos: debilidad económica, alienación socio-cultural y terror de Estado. El objetivo era y es obtener una población dúctil, incapacitada para responder y en situación de ser utilizada como mano de obra barata. Las actuaciones de la aristocracia y sus herederos burgueses se han dirigido siempre a perpetuar esta situación y beneficiarse de sus consecuencias.


Todo lo acontecido en Andalucía y a sus clases populares desde hace cientos de años y hasta ahora, responde a esta lógica colonial. Nada ha sido casual o coyuntural, sino causal y estructural. La consecuencia de constituir la primera tierra colonizada por el Imperio Español y una colonia interior de los estados españoles que le sucedieron. Por eso siempre ocupamos los últimos puestos estadísticos económicos y sociales. Con dictaduras o “democracias”, monarquías o “repúblicas”, centralismos o “autonomías”, derechas o “izquierdas””, con cualquier España siempre somos y seremos primeros en pobreza, paro y falta de oportunidades. Negar, ignorar o infravalorar el hecho, separar o aislar sucesos y consecuencias de orígenes y causas desencadenantes, únicamente puede ser ignorancia, colaboracionismo o traición al Pueblo y la clase obrera.


En este contexto, los sucesos de Casa Viejas ejemplifican y sintetizan como ningún otro en la contemporaneidad, tanto la opresión, persecución y represión sufrida por el Pueblo Trabajador Andaluz, como su permanente lucha de resistencia, liberación y recuperación de lo arrebatado, su tierra y su libertad, desde los levantamientos de La Alpujarra o las insurrecciones cantonalistas, pasando por las huelgas revolucionarias y las colectivizaciones del pasado siglo, hasta las actuales ocupaciones de fincas.


Blas Infante era plenamente consciente de la importancia intrínseca y la trascendencia simbólica de aquel levantamiento y aquella matanza. Por eso estuvo junto a aquellos jornaleros. Por eso se desplazó hasta la localidad con Pedro Vallina y recogió un rosal silvestre blanquiverde, entre los restos aún humeantes de la casa de seis dedos, trasplantándolo en la suya. Y por eso la Izquierda Independentista Andaluza escogió esta fecha como Día de l@s Trabajadores/as Andaluces/zas. Es el acontecimiento que resume y es arquetipo del perenne y heroico combate de nuestro pueblo y su clase obrera por acabar con sus cadenas. Casas Viejas es más que otra insurrección revolucionaria, más que el asesinato de un grupo de trabajadores. Trasciende hechos, tiempos, ideologías y siglas. Casas Viejas es Andalucía y sus jornaleros el Pueblo Trabajador Andaluz. Su espíritu es el de todos los luchadores contra la esclavización y explotación de nuestro pueblo. El mismo espíritu que permanece en los corazones, las manos y las gargantas de los hombres y mujeres que, “tras siglos de guerra”, siguen levantados por la tierra y la libertad. Por su tierra y su libertad. La lucha continúa.

¡Honor y gloria eternas a los mártires de Casas Viejas!


¡Por Andalucía libre y socialista!


Nación Andaluza – Comisión Permanente

http://www.nacionandaluza.info/comunicados/11%2001%2011.html

9 ene 2011

Crónica de la concentración antifascista contra el reaccionario y colonialista “Día de la Toma”


Un año más, el españolismo militante más descarado, el neo-fascismo y los sectores sociales más abiertamente retrógrados del régimen, se dieron cita en la granadina Plaza del Carmen, para celebrar la ocupación militar de la ciudad por los ejércitos de los invasores aristócratas castellano-aragoneses y, con ello, el triunfo del primer imperialismo españolista sobre el Pueblo Trabajador Andaluz. De nuevo la pseudo-izquierda del Sistema ha sido cómplice por sus acciones, a través de las instituciones que gobierna, y la españolista y domesticada por omisión, desollendo la convocatoria de repulsa. Pero también una vez más, centenares de granadinos, mayoritariamente jóvenes, acudieron para mostrar públicamente su rechazo frontal y sin ambages a la celebración y permanencia de una festividad de corte franquista, colonialista y reaccionaria, por propagar “valores” antiandaluces y antidemocráticos; de intolerancia, discriminación, persecución, racismo, militarismo, etc., así como a favor de la opresión, el robo, la tortura y el crimen de Estado institucionalizados que significó “La toma”

En esta ocasión, el Día venía marcado con una curiosa novedad; las declaraciones del Fiscal Superior de Andalucía y del Defensor del Ciudadano granadino acerca de su “preocupación” por las actividades de grupos “ultras”, y las órdenes del primero para que se les identificase y vigilase. El que dichas manifestaciones se produjeran, no tras años de campar a sus anchas la extrema derecha en el acto, haciéndolo escaparate de sus ideas y simbología, sino, tras la reactivación de la respuesta antifascista y democrática, hacían presagiar que aquellos a controlar no serían los franquistas y neo-nazis. Y los hechos lo han confirmado. Desde horas antes, eran los antifascistas los hostigados. La Policía estatal les seguían, les “retenían” en la vía pública para identificarlos, etc. Se llegaron a producir situaciones tan kafkianas como el acusar de “desobediencia” a quienes pedían explicaciones o de “ofensas” a quines exhibían determinadas escárpelas en sus ropas. Incluso llegaron a pedir a la Policía local el que multase a una pareja por llevar un perro sin bozal. Lo tragicómico de la escena era que mientras se efectuaba la sanción, varios transeúntes pasaron con perros sin bozal, sin ser multados o tan siquiera recriminados, pese a ser advertidos los agentes del hecho.

Pero todas estas artimañas no impidieron que centenares de demócratas antifascistas se concentraran en la Plaza del Carmen, donde nuevamente quedo claro, desde un principio, quines constituían para el “socialista” y “obrero” Subdelegado del Gobierno el problema. A los antifascistas fueron a los únicos a los que la policía les requisó una pancarta “por orden de la superioridad superior” y “por su contenido inadecuado para ese acto”. El “inadecuado” contenido de la misma era: “No, al fascismo, al racismo, a La Toma”. Ni que decir tiene que otras pancartas contra Andalucía o llamando a una nueva reconquista no fueron requisadas. No las consideraron “inadecuadas”. Tampoco lo fueron las banderas pre-constitucionales con el águila de San Juan que exhibían los fascistas. Los antifascistas fueron encerrados en una esquina del recinto, en menos de una cuarta parte de la zona habilitada para el público, y rodeados por un cinturón de decenas de policías nacionales y locales con material antidisturbios e incluso perros. Ni que decir tiene que la zona donde se situaron los franquistas apenas era “vigilada” por media docena de agentes y estos disponían de más de dos terceras partes de la plaza para moverse con entera libertad. En ningún momento fueron molestados o requeridos por la policía a que cejasen en sus constantes gritos y cánticos racistas, xenófobos, etc., o ante la exhibición de simbología o gesticulación fascista. Al contrario que los anfascistas, a los que en más de una ocasión se les advirtió acerca de algunas de sus proclamas. Igualmente era ostentosa la pasividad y tolerancia policial ante la constante provocación de individuos que entraban en la zona “acotada” para los opositores, provocando e intentando, sin éxito, desencadenar incidentes.

Ha quedado en evidencia que pese a las declaraciones de aparente equidistancia, de la supuesta “preocupación” con respecto a los “ultras de uno u otro signo”, la realidad ha mostrado como las actuaciones de los capataces y siervos del Sistema han ido encaminadas, en exclusividad, a amedrentar al movimiento antifascista y así intentar impedir el auge de su protesta y oposición a esa grotesca pantomima antidemocrática y antiandaluza del “Día de la Toma”. Se trata de perpetuar esta escuela de fascismo y españolismo a toda costa. Ha quedado también al descubierto como tras la máscara “constitucional” y “autonómica” se enmascara la remozada pervivencia socio-política del franquismo a través de esta “monarquía parlamentaria”. Solo hemos pasado de una Dictadura abierta y unipersonal a otra encubierta y dirigida por una minoría elitista.

Pese a todo, ni el viejo españolismo ni el embozado de “demócrata”, pudo impedir que esos centenares de granadinos convocados por la Coordinadora Antifascista de Granada, Jaleo!!! y Nación Andaluza, pertenecientes a estos colectivos, y a otros que se adhirieron y participaron, como otras coordinadoras antifascistas andaluzas, grupos libertarios, JIRA, colectivos de emigrantes y refugiados, musulmanes andaluces, etc., expresaran, pacífica pero contundentemente, su rechazo. Fueron constantes los gritos como: “no a la toma”, “2 de Enero nada que celebrar”, “los genocidios no se celebran” o “no eran moros eran granadinos”. También de carácter antifascista como: “símbolos fascistas fuera de la vista”, “no pasarán”, “Granada será la tumba del fascismo”, “el fascismo se cura leyendo” o “andaluza o extranjera la misma clase obrera”. Igualmente otros antiespañolistas como: “España mañana será desintegrada”, “el españolismo es fascismo”, “que no que no nos engañan Andalucía no es España”, “independencia” o “Andalucía libre”. Tanto el desfile militar como el de las autoridades acompañando al Pendón de los “reyes católicos”, transcurrieron entre un tronar ensordecedor de abucheos. El momento culmen, la exhibición del Pendón en el barcón consistorial y los vivas a los reyes católicos y a España, apenas se escuchaban entre los silbidos y constantes gritos de “2 de Enero nada que celebrar” y “los genocidios no se celebran”.

Finalizado el acto, los antifascistas se marcharon gritando. “La Toma se va a acabar” y “el año que viene volvemos”. Bastaba con ver la cara de circunstancia y consternación de las “autoridades” civiles, militares y eclesiásticas, para saber que el objetivo se había cumplido. La izquierda democrática, antifascista y antisistema había logrado reventar la celebración, en su acto central, imposibilitando “el normar transcurrir” del festejo, que dirían los del régimen. Las propias declaraciones del Alcalde, del PP, o del Subdelegado del Gobierno, del PSOE, la misma y machacona insistencia de todos los políticos del régimen y medios de desinformación en decir lo contrario y menospreciar a los participantes en la concentración, con epítetos de “marginales” o “extremistas”, o la de infravalorar su acción o número, son sendas demostraciones del daño infringido.

Compañeros, este es el camino. Una festividad de estas características no puede tolerarse o reformarse, hay que acabar con ella. Tampoco puede ser combatida con escritos, actos paralelos o ignorándola. Solo la oposición activa y presencial puede lograr que pase a formar parte del pasado, como otras conmemoraciones franquistas. Adelante y hasta el próximo año. Desde Nación Andaluza felicitamos a los colectivos e individualidades participantes, les hacemos un llamamiento a perseverar, así como a los ausentes a sumarse, especialmente a los del movimiento antifascista y antisistema, y a las fuerzas de la izquierda nacional andaluza. Juntos podemos y lo lograremos.

¡Ni un Día de la Toma más!

¡Por Andalucía libre y socialista!
http://www.nacionandaluza.info/noticias/03%2001%2011.html