Cortejo soberanista andaluz en la Marcha contra la base militar de Rota (2011) |
El españolismo desde su
origen ha alcanzado grandes victorias: la primera, la de su propia existencia
como superestructura estatal; la segunda, su supervivencia, y la tercera, la
que venimos a analizar en este humilde artículo: la identificación popular.
España,
como dijese Blas Infante, asesinado por su condición de revolucionario y
andaluz: “fue el amo que Europa le puso a
Andalucía”. Y, tras más de cinco siglos de sufrir a este amo llamado
España, un Pueblo, el andaluz, no sólo no lucha por liberarse de su amo, sino
que se identifica plenamente con él, creyendo, cual iluso, que los intereses
del amo son análogos a los del esclavo.
Y a partir
de esta realidad, la del esclavizador y el esclavizado/a, es de donde hay que
situar los análisis.
El Pueblo
Trabajador Andaluz ha sufrido siglos de represión física, cultural y
psicológica a causa del papel que nuestro país ha representado para las
oligarquías capitalistas española y europea. Una tierra rica en materias primas
y un Pueblo con una de las poblaciones más numerosas de la Península, no podía
pensar por sí mismo, actuar por sí mismo o levantarse para consigo mismo.
España debía pensar, actuar y, si se diese el caso, hasta levantarse por
nosotros mismos/as. Es decir, que todo pensamiento, actuación e incluso
levantamiento popular, debía estar circunscrito a España y su “indisoluble
unidad”.
A los andaluces y andaluzas no sólo se nos ha torturado,
asesinado, expulsado de nuestras tierras, sino que también se nos ha negado
como Pueblo, como Nación, como realidad en sí misma. Para España no existimos,
porque el hecho de nuestra propia existencia hace peligrar el mantenimiento de
una colonia interior productora de materias primas y dispensadora de mano de
obra barata. A la falta de libertad, se une la imposibilidad de poseer nuestra
propia tierra y dirigir su producción hacia los intereses populares, en cambio,
nuestra tierra está en manos de unos pocos que vinieron a arrebatárnosla “por
derecho de conquista”. Hay que tener en cuenta, necesariamente, la utilización
de la juventud andaluza como carne de cañón en las Fuerzas de Ocupación
españolas tanto en ataques imperialistas a otros Pueblos como para imponer
mediante las armas la unidad de la “patria”.
Pero todo
esto mencionado anteriormente, quizá no habría sido viable de darse una
concienciación colectiva en el seno de nuestro Pueblo. Una toma de conciencia
sobre la realidad que se nos ha venido a imponer a sangre y fuego. Una
realidad, como mínimo, injusta y desechable. Es aquí donde España y sus diferentes
instituciones han jugado un papel determinante en la alineación y
adoctrinamiento popular del Pueblo Trabajador Andaluz durante siglos y hasta la
actualidad.
No hay
mejor forma para mantener a un Pueblo sumiso, obediente y adormecido que negar,
sepultar y/o manipular su Historia. Cuando se nos niega nuestra Historia, se
nos niega hasta nuestra propia existencia más allá de la “reconquista”. Cuando
desde los primeros pasos en el Sistema Educativo Español se te inculcan una
serie de conceptos y valores inherentes, jamás te cuestionas esos conceptos y
valores. Puede haber “peros”, “diferencias”, pero nunca negar o deslegitimar
esos conceptos y valores impuestos y manufacturados.
Es desde
aquí, desde los centros “educativos”, donde comienza la adoctrinación
ideológica y psicológica del colonizado. Es, entonces, el lugar en el que se
nos hace creer que somos los colonizadores y no los colonizados. Se repite la
misma historia que con el Capitalismo: se niega la lucha de clases porque en
primer lugar es negada la existencia de esas clases sociales. Sin clases
sociales, no hay lucha de clases. Sin que un explotado/a se reconozca como tal
y comprenda la función que le ha sido impuesta en el “reparto de tareas”
capitalista, no habrá lucha, porque no hay enemigos, pues no reconocemos a los
explotadores. En el momento de la toma de conciencia de clase, el
enfrentamiento entre ambas partes es inevitable: o prepondera la explotada,
dando lugar a un proceso de liberación y abolición de las mismas clases
sociales, o prepondera la explotadora, como se da en la sociedad capitalista de
nuestros días.
Los
capitalistas son conscientes de la existencia de clases sociales, y de la lucha
de clases; saben que la están ganando. Los explotados y explotadas, en cambio,
ignoran esta realidad e incluso la niegan, pues eso son “cosas del pasado”. Lo
cierto es que la clase capitalista conforme las contradicciones capitalistas se
agudizan, aumenta su poder y su hegemonía sobre los Pueblos Trabajadores.
Los
andaluces y las andaluzas, al ser negados/as como Pueblo y como nación,
automáticamente pasamos a formar parte y a ser integrantes del “Pueblo
Español”. Es aquí donde radica el problema.
La Historia
de España, plagada de mitología, mentiras y negacionismo, se caracteriza por
hacernos parte activa de su acción negadora, aniquilacionista y dominante. Así,
las antiguas colonias de Abya Yala (América), eran “nuestras colonias” y por eso sufrimos
un desastre en el 98. Pobres “nuestros compatriotas” que fueron a “salvar”
a la españolísima Cuba de las garras
del egoísta y desagradecido independentismo revolucionario cubano. Malos,
malísimos, los imperialistas estadounidenses que vieron la debilidad española
como una oportunidad para ocupar el puesto de España y dominar
“democráticamente” los Pueblos subyugados al imperialismo español. Olvida la
historiografía oficialista española que, antes de que los “malvados” yankees
declarasen la guerra a España única y exclusivamente para salvaguardar sus
planes futuros de dominación colonial, el Imperio Español, o sea, “nosotros”,
habíamos conquistado, o, mejor dicho, “descubierto” América.
Pues estos
simpáticos españoles, conquistaron a esos Pueblos y como forma de
agradecimiento asesinaron, torturaron, violaron a las mujeres, robaron sus
riquezas, contaminaron sus tierras y negaron sus culturas. Cometieron un
genocidio tanto físico como cultural. Esto, en la Historia de España, se suele
olvidar. Tras esto, los cubanos, como los otros Pueblos colonizados, deberían
de estar agradecidos a sus “descubridores” porque, gracias a ellos, contaron,
en Cuba, con el primer ferrocarril “español”. Vaya, si aún un imperio
caracterizado por el robo y la esquilmación de riquezas, fue tan gentil de
regalar tal obra a los cubanos. Olvidan, de nuevo los historiadores españoles, que ese ferrocarril fue construido para
transportar las riquezas que generaban los esclavos y las esclavas cubanas y
ser exportadas a la metrópoli para, posteriormente, ser comercializadas en
Europa y enriquecerse gracias al empobrecimiento generalizado del Pueblo
Trabajador Cubano.
¿Cuál es la
visión del alumno/a de turno ante la manipulación histórica y la utilización
del lenguaje para identificarnos con el colonizador y no con el colonizado? La
del colonialismo español. Porque eran nuestras colonias. Y cuando algo es tuyo,
sientes su perdida. Así, de este modo tan simple pero tan eficaz se
autoidentifica a los pueblos colonizados, como el andaluz, con la colonia
colonizadora, España. Así, como exponía Malcolm X, nos escondemos en la cabaña
del Tío Tom, y, si el amo dice: “Esclavo, se está quemando la casa”, el esclavo
responde: “Mi amo, se nos está quemando la casa”. El andaluz/a colonizado no
sólo nacional y socialmente, sino, y esto es importante, mentalmente,
piensa ante el perjuicio del colonialismo
español: “Se están independizando Cuba, Filipinas…” el andaluz/a colonizado/a
afirma: “Profesor, estamos perdiendo a Cuba y Filipinas”.
Así pues,
aunque el imperialismo español se vista de democrático, imperialista y
capitalista se queda.
Esta mentalidad
colonial es fruto de siglos de propaganda, alienación cultural y
adoctrinamiento ideológico del Estado Español a través de sus órganos de
manipulación como el Sistema Educativo. No es fácil acabar con ella, pero el
primer paso es comenzar a liberarnos a nosotras y nosotros mismos, mentalmente,
escaparnos de esa prisión mental que han construido siglo tras siglo.
Derribarla y comenzar a construir ese Andalucía libre y socialista por la que
luchamos. Concienciarnos, organizarnos y luchar por este ideal. Levantémonos y
gritemos bien alto, como lo hiciese el poeta y escritor andaluz Abel Gudrá en
el Congreso Insurreccional de los Pueblos de Oriente en Nueva Delhi (1930): “¡Pues bien, sí, Andalucía es nuestra
Patria!”
Ya nos
avisó Malcolm X, un sabio revolucionario y antiimperialista afroamericano: “Si no estáis prevenidos ante los medios de
comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”, pues,
cambiando los actores, diremos: “Si no estamos prevenidos ante el Sistema
Educativo Español, nos hará amar al colonizador y odiar al colonizado”.
Cristóbal García Vílchez
2 comentarios:
Soy andalucista como tú. Pero lo que dijiste en el blog de Dizdira acerca de actuaciones de URSS "contra" la población norcoreana es un disparate. Sustituye "URSS" por "EEUU" y entonces habrás acertado.
Un saludo.
Evidentemente el papel que jugó EE.UU en Corea del Norte no se puede comparar con el de la URSS, pero lo que comenté en el blog de Dizdira está documentado y probado. De hecho el pueblo norcoreano es consciente de algunas actuaciones del Ejército Rojo. No era ni es mi intención demonizar o criminalizar al Ejército Rojo a la URSS, pero, como otros tantos proyectos revolucionarios, cuando el poder lo sustenta una casta burocrática y no el Pueblo, entonces no hay ni puede haber socialismo.
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