Mucho se ha escrito sobre internacionalismo proletario, el modo y desarrollo en el que deben teorizarse y practicarse, este artículo pretende analizar y clarificar las diferentes realidades socio-políticas e históricas de los pueblos que están sometidos al yugo imperialista de distintos estados burgueses y reaccionarios que oprimen y anulan la capacidad de decidir de los pueblos y sus clases trabajadoras. Y, en algunos marcos específicos como el del Estado Español, habrá que tratar el colaboracionismo y el negacionismo de ciertas organizaciones autoproclamadas “internacionalistas” y “comunistas”. Este será un análisis realizado desde un punto de vista independentista, y en coherencia con este principio, revolucionario.
Existen en el mundo innumerables países que durante siglos han sido colonizados, desposeídos y oprimidos por estados capitalistas que han visto en su sometimiento un gran número de posibilidades para aumentar el privilegio y el gran capital financiero de sus burguesías. Para ello ha sido necesario una serie de políticas asimiladoras y de imposición de los elementos más fundamentales para que los pueblos oprimidos no encuentren factores diferenciadores entre su realidad política, social, económica, cultural e histórica, y la realidad artificial que ha engendrado el imperialismo para normalizar la situación de encadenamiento y falta de libertad que padecen los pueblos y sus clases trabajadoras. Es la principal norma que rige todo proceso colonizador, alinear, imponer y hacer ver y entender que un cántabro oprimido lo es tanto y de la misma forma como lo es un catalán oprimido, es decir, crear un nexo de unión no entre trabajadores, sino entre realidades antagónicamente diferenciadas y que en consonancia, deben ser estudiadas de manera concreta y específica para adoptar soluciones concretas y específicas. No es más que llevar a cabo el principio marxista de “análisis específico para realidades y épocas específicas”.
Tras los procesos colonizadores en los que ya se ha perpetuado y afianzado la clase dominante sobre el pueblo dominado, este pueblo sin conciencia ni identidad, pierde toda capacidad de entender y ver las cosas por sí mismo y se transforma a las condiciones específicas que se desarrollan en aquella realidad tan distinta de aquella que tratan de imponer. El propio capitalismo, él mismo, llevando a cabo la explotación de los recursos naturales y los medios de producción de los pueblos, crea condiciones diferenciadoras, contradiciéndose a sí mismo y perjudicando a sus intereses homogeneizadores que persiguen un beneficio tanto político como económico a través del robo y la posesión de los medios y de sus fuerzas productivas.
Por tanto, podemos afirmar que el capitalismo es internacional y no entiende de fronteras, pero que para satisfacer sus necesidades se desarrolla de manera particular en un país u otro, originando las propias condiciones que necesitarán de análisis y praxis concretas, entendiendo y reconociendo el marco territorial en el que se producen. En consonancia con estas cuestiones, se deben de realizar profundos estudios que nos conduzcan a trazar estrategias y tácticas de las que se puedan extraer conclusiones para posteriormente llevarlas a la práctica. En el caso de Andalucía, por andaluces y andaluzas de conciencia que conozcan y padezcan en primera persona la actual coyuntura socio-económica y política en la que se encuentra inmerso el Pueblo Trabajador Andaluz, en un contexto de dependencia y de crisis estructural en el sistema capitalista. De nada sirve a la realidad andaluza la elaboración de análisis y estrategias que se ajustan al marco artificial del Estado Imperialista Español, pues bajo su poder se encuentran una serie de pueblos trabajadores que requieren de análisis y tácticas propias. Si en cualquier momento se impulsaran políticas unificadas en cuanto al marco estatal se tratase, fracasarían de la misma forma que han fracasado bajo los sucesivos gobiernos españoles desde la creación de ese invento imperialista llamado España.
Ante la República Española Federal o Confederal: Repúblicas de los Pueblos
Esta cuestión es aún analizada y debatida entre los diferentes movimientos anticapitalistas y revolucionarios en el Estado Español. Por un lado, están aquellas organizaciones que defienden una República Federal en la que, ya constituida, según qué pueblos pudieran ejercer el derecho de autodeterminación, pero, ¿qué pueblos obtendrían este derecho? Las organizaciones que defienden este modelo, se acogen al marco constitucional en el que se declaran como “nacionalidades históricas” a País Vasco, Catalunya y Galicia, reconocimiento que se debe a que antes de estallar la Guerra Civil sus Estatutos de Autonomía estaban aprobados o en proceso de aprobación. Nos planteamos otra pregunta: ¿Y el resto de pueblos, podrían ejercer este derecho cuando y como no se les reconoce como tal? Acogiéndonos a los documentos de partidos políticos como el PCE, no. Pues estos “comunistas” entienden que España es una nación, y que en ese mismo Estado Español conviven diferentes nacionalidades como la vasca, gallega, catalana o española, pero en ningún momento ni bajo ninguna circunstancia reconocen la naturaleza imperialista de España, su estatus de cárcel de pueblos, que somete y explota a pueblos como Aragón, Asturies, Andalucía, Castilla, Canarias, Cantabria, Catalunya, Galiza, Extremadura, Euskal Herria, País Valenciá, Illes Balears o el Rif. ¿Y el derecho de autodeterminación para estas naciones? ¿No existen o sólo obtienen el trato de regiones de España? ¿Cómo en una futura República Federal o Confederal iban a ejercer el derecho a decidir por sí mismas si ni siquiera se reconoce su estado se sometimiento?
Independientemente del no reconocimiento y de la postura negacionista del PCE u otras organizaciones “comunistas” que mantienen su mismo posicionamiento, es necesario detenerse para analizar las condiciones y las formas de organización de esa hipotética República Federal o Confederal. Como dan a entender sus documentos públicos o sus discursos, tras establecer la República Federa o Confederal Española cada pueblo (el que sea reconocido como tal) sería libre para separarse o seguir manteniendo una unión territorial y política con España. Los defensores de la III República Española, persiguen la creación de un estado federal o confederal sin contar con que, sin la previa independencia de los diferentes pueblos sojuzgados por el Imperialismo Español esta acción no conllevará libertad o capacidad de movimiento, sino sumisión e imposición. Entienden el estado del mismo modo que la burguesía, es decir, como una estructura impuesta con un carácter jerárquico sobre el pueblo. Mientras que desde los movimientos de liberación nacional y social deberíamos, teniendo en cuenta el devenir histórico, promover un federalismo opuesto al concepto burgués del estado, un federalismo formado desde abajo hacia arriba, que asegure tanto la soberanía individual como la colectiva, ejerciendo así un federalismo emancipador y revolucionario. El republicanismo españolista acepta las fronteras trazadas por quienes concibieron a España como lo que es y será siempre, un invento imperialista que nace desde el sometimiento de los diferentes pueblos peninsulares y la explotación de sus clases oprimidas. Siempre en una supuesta defensa del internacionalismo y de la solidaridad, pero bajo el marco “español”. Un marco político, que no es un más que un marco artificial, tanto geográfico como cultural o social. ¿Por qué un marco estatalista español y no ibérico, mediterráneo o mundial? Pues porque, de una manera u otra, siguen defendiendo la idea de España, y España seguirá siendo la que oprime el derecho al libre desarrollo de los pueblos, de su emancipación nacional y de clase. No importa el apellido que se le adjunte a España, ni la forma de estado, sí importa que perpetuando y continuando su superestructura capitalista seguirá perpetrándose la opresión hacia los pueblos y sus clases trabajadores, como el robo y expolio de sus riquezas. Ya el Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, se pronunció al respecto: “Ved que no puede existir unidad o solidaridad sin amor, ni amor sin respeto mutuo o libertad” (1). Esta idea expresa algo ajeno al análisis tercerrepublicanista, y es que siglos de sometimiento, imposición, y opresión en todos los aspectos, no se pueden solventar tras un cambio político en el Estado Español, sino con la ruptura democrática respecto al Estado Español y la liberación total de los pueblos esclavizados. Quienes vivimos una realidad precisa, tan distinta de aquella que han tratado de imponernos los sucesivos gobiernos españolistas y reaccionarios, no podemos tolerar estrategias uniformes que no atienden a las necesidades reales de nuestro pueblo. En este sentido, Lenin llegó a afirmar que: “La teoría marxista exige de un modo absoluto que, para analizar cualquier problema social, se le encuadre dentro de un marco histórico determinado, y después, si se trata de un solo país, que se tengan en cuenta las particularidades concretas que distinguen a este país de los demás dentro del marco de una y la misma época histórica” (2).Teniendo en cuenta esto, podemos afirmar que la totalidad de las organizaciones y partidos auto-proclamados “comunistas” tanto teórica como prácticamente no llevan a cabo esta reflexión. La apuesta de las izquierdas independentistas revolucionarias debe ser clara y firme, opuesta a España y sus diferentes configuraciones, y orientada hacia la lucha por la independencia y el socialismo. Por las Repúblicas Socialistas de los Pueblos.
El internacionalismo proletario en la práctica
Para ejercer un internacionalismo real, solidario y netamente revolucionario, hay que llevar a la práctica la ya elaborada y determinada estrategia. Plasmar el principio leninista: “No hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria y viceversa”. En el escenario internacional actual, teniendo en cuenta la coyuntura de crisis estructural del sistema capitalista, es necesaria la unidad entre movimiento con principios y objetivos comunes, en busca del apoyo mutuo y la acción coordinada entre diferentes organizaciones de distintos países. La unidad si tiene finalidades revolucionarias y el mantenimiento de las mismas, debe de plantearse entre iguales. Es decir, la izquierda revolucionaria e internacionalista no puede organizarse o coordinarse con organizaciones que no defienden tanto o de la misma forma la liberación nacional como la liberación de la clase obrera. Y en coherencia con esto, se deben de clarificar posiciones ante los partidos que han traicionado a la clase obrera, que desvirtúan la lucha revolucionaria y la desvían hacia parámetros exclusivamente electoralistas. Es una labor obligatoria para cualquier revolucionario analizar tanto la teoría como la práctica de quienes tras una falsa postura revolucionaria, llevan décadas actuando como elementos inmovilizadores del proletariado y deformando el discurso revolucionario por el discurso reformista y pequeño-burgués, formando parte de las estructuras capitalistas y de esta forma legitimando su poder sobre el pueblo.
Por ello, nos comprometeremos en fomentar y posibilitar la unidad entre la izquierda independentista y revolucionaria, en vertebrar un proyecto común en el que las distintas organizaciones independentistas y revolucionarias se coordinen entre sí mismas para actuar en distintos ámbitos donde es necesaria una política colectiva en la que todas tengan las mismas oportunidades para la toma de decisiones. Hasta ahora no ha existido ninguna coordinadora u organización internacional donde los distintos pueblos oprimidos y sus respectivas organizaciones, se encuentren y elaboren estrategias y tácticas que puedan ser ejecutadas conjuntamente. Estructuras organizativas que se adapten a las necesidades específicas de todos y cada uno de los pueblos organizados, tanto geográficas como políticas y sociales. Un proyecto estable, organizado, estructurado, que sirva como conector de las luchas de los pueblos y sea capaz de unirlas para un fin común, por el derrocamiento de los estados capitalistas y del imperialismo internacional, y por la independencia y el socialismo para todos los pueblos trabajadores sometidos y explotados.
Uno de los más comunes errores que cometen organizaciones y sus miembros, es que tratan de reproducir las mismas estrategias o análisis para realidades opuestas no sólo en las condiciones materiales, sino también históricas. Pues en algunos acontecimientos revolucionarios, esta práctica ha derivado en un fracaso rotundo. Esta referencia es clarificadora: “No debéis copiar nuestra táctica, sino analizar por cuenta propia las causas de su peculiaridad, las condiciones y los resultados de esta táctica, aplicando en las condiciones locales no la letra, sino el espíritu, el sentido, las lecciones que brinda la experiencia del período de 1917-1921” (3). Por positivos y clarificadores que hayan sido los distintos procesos revolucionarios en la historia, se debe de teorizar y practicar a raíz de profundizar en la realidad adscrita a un marco en el que la situación concreta debe de, en consecuencia, contar con estrategias y luchas concretas. Los andaluces jamás copiaremos a otros pueblos, sabemos de sobra crear originalmente. El éxito revolucionario que se produce en un país, puede resultar el mayor desastre en cualquier otro. Así pues, la práctica revolucionaria establece que, elaborando la teoría y posteriormente ejecutándola, los procesos revolucionarios tendrán la mayor o menor eficacia según la realidad específica.
El internacionalismo si es proletario y coherentemente revolucionario sólo tiene un camino, y es el de la lucha solidaria y conjunta entre los pueblos trabajadores por liberarse del yugo imperialista y conquistar el poder. Para esta tarea, se deben de reconocer los ámbitos de actuación, y el compromiso en la lucha revolucionaria en oposición al reformismo parlamentarista y las estructuras del sistema capitalista. La unidad sólo podrá ser ejercida en igualdad de condiciones, y para formar parte o no de un marco territorial y político, el pueblo deberá ser dueño de su libertad para poder decidir por sí y para sí mismo.
Notas:
1.- Manifiesto Andalucista de Ronda, 1919.
2.- Problemas de política nacional e internacionalismo proletario, 1913-1916 (Lenin).
3.- Sobre el internacionalismo proletario, 1921 (Lenin).
x Al-Core
Artículo publicado en el nº52 de la Revista Independencia.
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