10 feb 2011

Campaña de JIRA: "El Sistema nos prefiere drogadxs a concienciadxs"


JIRA, como organización juvenil, independentista y revolucionaria, cree necesaria la lucha contra las drogas ya que al igual que nos afectan distintas problemáticas inherentes al Capitalismo, como jóvenes y andaluces/zas, entendemos que las drogas son una herramienta más que el Estado Español y el Sistema Capitalista utilizan para mantenernos sometidos/as y evadidos/as de nuestra realidad, para hacer que, a través del consumo de drogas, nos encontremos en un estado de indiferencia y aceptación sobre todo lo establecido. Las drogas como elemento disgregador, son realmente útiles y beneficiosas no solo para las mafias narcotraficantes, sino también para el propio Estado y el Sistema Capitalista. Es por esto por lo que desde nuestro papel en la juventud andaluza, abordaremos la cuestión de las drogas desde una óptica juvenil, andaluza, de clase y revolucionaria.

Aspiramos con esta campaña a que la juventud andaluza vea y sea consciente del trasfondo real que hay sobre las drogas, tanto las legalizadas por el Sistema como las ilegales, ya que entendemos que éstas son en la actualidad una de las armas que utiliza el Estado y el Capital como método de sometimiento social y alienación ideológica, que conlleva incuestionablemente a la sumisión y al conformismo asimilador que nos conduce a seguir encadenados al actual orden mundial de dominación capitalista.

No pretendemos con esta campaña imponer nada a nadie, no aprobamos ni defendemos el prohibicionismo, ya que éste es consecuencia de la legitimización del Estado sobre sí mismo, tratando de regular las conductas sociales mediante sus leyes burguesas. Nuestro objetivo no es prohibir o imponer, sino educar mediante la pedagogía revolucionaria.

Una cuestión histórica y actual: Legalidad vs ilegalidad

A menudo se habla sobre la cuestión legal o ilegal de las drogas, se suele dividir a éstas en “buenas” y “malas” para la sociedad. Es decir, tras las drogas, converge un factor social verdaderamente determinante en la aceptación de las mismas. Mientras que fumar marihuana o hachís es mal visto por la mayoría de la sociedad, aunque no en los últimos tiempos por la juventud, beber alcohol o fumar tabaco no solo no está mal visto ni provoca reacciones adversas, sino que es aceptado socialmente como un fenómeno más de nuestra vida, como si habláramos de necesidades básicas como comer o dormir. La diferenciación y catalogación social y política de drogas legales e ilegales, corresponde única y exclusivamente a intereses económicos de los Estados que, de acuerdo con el patrón neo-liberal de la oferta y la demanda, no dudan en legalizar, fomentar, potenciar y enaltecer el consumo de aquellas drogas que aumentan considerablemente las arcas del Estado y, por ende, las de las clases dominantes. El Estado no vela por nuestra salud, lo hace por sus intereses particulares, que por el hecho de serlos, afectan negativa y miserablemente a la juventud. De hacerlo, no legitimaría su uso acosándonos con masivos anuncios publicitarios en todos los medios de comunicación para que consumamos sus bebidas alcohólicas, eso sí, advirtiendo de la graduación de la bebida en cuestión, un acto hipócrita como todos los que nacen de la ética burguesa.

Por un lado, las drogas legales gozan de un apoyo total por parte del Estado y sus aparatos de alienación (mass media, sistema educativo, etc.), ya que éstas aportan grandes sumas de dinero, como decíamos antes, y además, mantienen ocupados/as a quienes no deben de pensar, reflexionar, concienciarse o rebelarse contra nada ni nadie, para el Estado y el Capital no somos más que máquinas para producir, y las drogas son el combustible que hay que introducir en las máquinas para que sigan funcionando correctamente. Al Estado no le preocupa que miles de jóvenes mueran a causa de las drogas, que su tiempo libre lo dediquen en pasar horas y horas en bares, pubs o discotecas consumiendo drogas que harán engordar más las cuentas de quienes son culpables de nuestra ruina. Horas que, podríamos destinar a otro tipo de actividades, como por ejemplo, hacer deporte conociendo nuestro entorno natural, o leyendo para fortalecer la mente, tan podrida de cajas tontas, videoconsolas y drogas.

Consumo, evasión mental y física, desinterés por las problemáticas sociales, etc… habría que preguntarse si todas estas consecuencias benefician o no al Estado y al Sistema Capitalista.

Consumiendo drogas “legales” para el Estado, se está financiando a éste, y, además, a sus Fuerzas de Ocupación. Atendiendo a las cifras, el Estado Español recauda más de 20.000 millones de euros a través de los impuestos del alcohol y tabaco (de éste último, el 75% de su coste va para el Estado), las drogas más consumidas por la juventud. Gran parte de ese dinero recaudado va dirigido al Ejército Imperialista Español, que ve cómo la población financia inconscientemente sus sueldos, armamento, tecnología y por supuesto, sus invasiones y guerras contra países indefensos para expoliar riquezas, humillar, torturar, violar y asesinar a la población ocupada e imponer su “democracia”, que es lo que vienen haciendo en Andalucía desde hace más de 500 años. Sin duda, consumiendo las drogas del Estado estamos cayendo en una contradicción ideológica y práctica incuestionable, a saber, que estamos luchando contra un Estado y su Sistema mientras que por otro lado, lo estamos financiando y consolidando su economía capitalista.

Las drogas llamadas “ilegales”, juegan otro papel dentro del Estado y el Sistema Capitalista. Consumiéndolas no solo financiamos al Estado y consolidamos su actual estado de cosas, sino que además, somos colaboradores directos de las mafias que viven de la producción y venta de estas drogas. Los jóvenes no somos conscientes de que, al fumar un cigarro de marihuana o hachís, “meterse” una raya de cocaína o “comerse” una pastilla de éxtasis, se está contribuyendo con la explotación de los y las campesinos/as en Abya Yala que se ven obligados/as a trabajar bajo unas condiciones de esclavitud en las plantaciones de coca de las mafias narcotraficantes. Los mismos narcotraficantes a los que mantenemos con el consumo de drogas, siendo cómplices directos de su explotación laboral, asesinatos, torturas, etc. No podemos olvidar, que estas mafias no existirían si los Estados realmente quisieran hacerlas desaparecer, los Estados también reciben cuantiosos beneficios por parte de éstas, y los respectivos Cuerpos de Seguridad del Estado colaboran con ellas abriendo sus fronteras o incluso trabajando para las mismas. Para que esas drogas entren en un territorio, antes tienen que contar con la permisividad de las patrullas fronterizas. Los diversos “cuerpos” de policía no combaten las drogas, sino que se lucran de ellas. Cualquier persona puede consultar en internet o en cualquier periódico la cantidad de casos de corrupción y delitos cometidos relacionados con tráfico de drogas por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Incluso los cuerpos especializados en la supuesta “lucha” antidroga del Estado, el EDOA (Equipo contra la Delincuencia Organizada y Antidroga) se ha visto envuelto en más de una operación de narcotráfico, cayendo en algunos casos hasta grandes cargos de este mismo equipo, o de la propia Guardia Civil española.

Vemos como el Estado, también con las drogas calificadas como “ilegales”, también recibe grandes beneficios económicos y a su vez, sociales y políticos. Drogas legales como el alcohol, provocan más muertes al año que los accidentes de tráfico, la violencia machista o el terrorismo patronal; y sin embargo, dándonos un paseo por cualquier ciudad contemplaremos grandes carteles publicitarios anunciando bebidas alcohólicas. De la misma forma se publicita y fomenta el tabaco, también causa de miles de muertes entre fumadores/as activos/as y también pasivos/as.

Por todo lo expuesto, creemos que el problema de las drogas acabará no legalizándolas sino concienciando sobre todo a los consumidores principales de drogas, que son los y las jóvenes, sobre los peligros para la salud o el medio ambiente que supone su consumo, y la contradicción ética, moral e ideológica que constituye su uso; la legitimización y sustentación del Estado y el Sistema Capitalista.

Las drogas y el Medio Ambiente

El cultivo, elaboración y superproducción de drogas como la cocaína y sus derivados (crack, speed, etc.) provoca tal deforestación en las zonas tropicales de Abya Yala, que conlleva la migración de algunas especies autóctonas o su muerte, además de que estos fenómenos, contribuyen al desarrollo del cambio climático.

La planta del tabaco produce grandes erosiones en la tierra de forma destructiva, ya que es un vegetal que requiere de grandes cantidades de nitrógeno, fósforo y potasio, para la superproducción de esta droga, se fumiga la tierra de forma constante con una gran cantidad de pesticidas y plaguicidas que traspasan al suelo cultivable y contaminan desde acuíferos a presas de agua subterránea orientadas al consumo de agua para los seres humanos y otras especies animales.

La producción agrícola de monocultivos provoca la extinción de las especies autóctonas y elimina las capas vegetales del suelo que mantienen a la roca madre, que produce la erosión del suelo, desde inundaciones en torrenciales de lluvia, hasta socavones de tierra, sequías, hambre y malnutrición en tiempos de escasez. Hay que tener en cuenta que los Estados que se sitúan al frente de la producción del tabaco, son los que cuentan con menos recursos y donde mayor pobreza y explotación hay, como en el Estado Chino, Estado Hindú, o el Estado Indonesio, estados que se sitúan en los continentes más dependientes de Occidente y en consecuencia más explotados y expoliados por el Sistema Capitalista.

Entendemos que, junto a otros aspectos, también el Medio Ambiente se ve perjudicado por la existencia de las drogas, tanto de las “legales” como de las “ilegales”. La producción de éstas, implica destrucción de la tierra, alteración y extinción de múltiples especies. Por lo que, desde una posición ecologista y de defensa de la tierra, su flora y fauna, su supervivencia, también se debe de luchar contra las drogas.

Las drogas y los animales no humanos

Los animales no humanos, cualquiera de los mismos, sufren también las consecuencias de la existencia de las drogas. Laboratorios científicos de todo el mundo utilizan a los animales para probar en sus cuerpos futuros fármacos que serán distribuidos para el beneficio de las multinacionales farmacéuticas. Lucro que supone el maltrato y sufrimiento de animales no humanos indefensos, que son utilizados como cobayas sin tener en cuenta el dolor que padecen. Al igual que los humanos, otras especies animales sirven a las mafias narcotraficantes para transportar sus cargamentos de droga, para, cuando llegan a su destino, asesinar al animal para conseguir la mercancía, en la mayoría de casos son los perros los que sufren esta situación.

Además, nadie se detiene a pensar por un instante en el perjuicio a la salud que provocan los fumadores de tabaco o marihuana cuando exponen a perros o gatos, ya que son los más perjudicados, al humo que indirectamente inhalan. Si daña al ser humano, también lo hace con otras especies. Si algunas personas no fuman ante un bebé, ¿por qué si lo hace ante su perro o gato? Son seres vivos y por tanto sufren al igual que los humanos. Por ello creemos que como jóvenes comprometidos con la causa animalista, también se deben de tener en cuenta las consecuencias del consumo de drogas así como de su propia existencia para otras especies animales no humanas.

Las drogas, el Estado y el Sistema Capitalista

Ya señalábamos en el apartado “Una cuestión histórica: Legalidad vs ilegalidad” como el Estado y el Sistema Capitalista se veían beneficiados por la existencia tanto de drogas ilegales o legales y de su consumo continuado en la población, con especial hincapié en la clase obrera y su juventud. Es una razón de ser del actual Sistema establecido y los Estados sustentadores, como el español, que, ciertos aparatos del propio estado, actúan para que determinados movimientos políticos sean neutralizados con el consumo de drogas alienantes en el tiempo libre y el desarrollo del ocio capitalista, que resulta funcional y enormemente productivo para el actual sistema.

Malcom X, revolucionario afro-americano, dijo sobre este fenómeno las siguientes palabras: “Cada año electoral, esos políticos son enviados aquí [barrio de Harlem] para apaciguarnos [a los negros], son enviados y mandados aquí por el hombre blanco; ¿y sabéis lo que hacen? ¡Envían drogas a aquí, a Harlem, para apaciguarnos! ¡Envían alcohol aquí para apaciguarnos! ¡Nos envían la prostitución para apaciguarnos! ¡Y no se pueden conseguir drogas en Harlem, sino con el permiso del hombre blanco! [...] ¡Cada vez que rompéis el precinto de una botella de alcohol, estáis rompiendo un sello del gobierno!”. Estas palabras de Malcom X, muestran claramente cómo el Estado se beneficia no solo económicamente del consumo de drogas, sino que además, con su consumo mantienen a los sectores de la población más marginados y oprimidos, evadidos, controlados e incapacitados para abordar cualquier lucha que no sea la suya propia por mantener la escala de consumo.

Al Sistema le favorece la misma existencia de drogas, y esa existencia se ve condicionada claramente por el control y utilización que los Estados hacen de las drogas. En Andalucía, en la década de los 70 y 80 el consumo de heroína provocó la muerte de miles de jóvenes, y sin embargo la heroína seguía introduciéndose en nuestro país. Mientras se detenía a consumidores/as, los narcotraficantes se enriquecían a costa de los encarcelamientos, enfermedades y muertes de los jóvenes andaluces y andaluzas. El Estado primero introduce las drogas, y después detiene a los consumidores/as, que pueden seguir consumiéndolas en las cárceles. Gran negocio para el Capital.

Esta es la doble moral del Sistema Capitalista o del Estado “protector” que prohíbe determinadas sustancias para alejar a la población del “peligro” que acarrean, y en cambio vive de los impuestos que recauda de vender drogas legales, drogas que también son peligrosas y que provocan estragos en la salud y en la conducta social de los jóvenes.

Hay que tener en cuenta, que las drogas no son consumidas por un alto porcentaje de la población porque sí, sin ninguna razón lógica, sino que, las drogas, constituyen un fenómeno social, político y económico de gran magnitud, ya que su consumo afecta a la conducta social global, y especialmente, a la juventud.

La represión policial que ejerce el Estado, y los tratamientos psiquiátricos que reciben algunos de los consumidores, suponen un fracaso de las políticas sociales del Estado, es la resignación y el declive del Sistema. Éste no busca soluciones a los problemas producidos por las drogas, sino que únicamente criminaliza y reprime a los consumidores, que principalmente, son víctimas del propio Estado. Cuando un joven se droga, habría que preguntarse qué educación ha recibido uno, cinco o diez años antes de comenzar a drogarse. Y ahí juega un papel decisivo el Sistema Educativo, que viene a ser la educación del Sistema Capitalista, no educando sobre las drogas, sino equiparando la educación con la información, un error que suelen reproducir los medios de comunicación y las campañas “anti-droga” del Estado. Es sabido que después de ciertas campañas informativas, el número de consumidores/as aumenta. Una evidencia más del fracaso estatal ante el problema de la drogadicción y drogodependencia juvenil.

El Sistema necesita de jóvenes drogadictos, ésta es una gran verdad. Porque el propio Sistema, dependiendo de sus necesidades, debe de contrarrestar el malestar que provoca en los trabajadores/as explotados, o en los y las jóvenes deprimidos/as. Para que un trabajador/a pueda soportar el ritmo de producción capitalista, el Sistema le ofrece drogas estupefacientes o estimulantes para que con su consumo, no se cuestione el sistema de producción del que él es parte, o cómo transformar su realidad. En momentos determinados, el modelo de producción capitalista requiere de trabajadores/as explotados que se droguen para seguir manteniendo el estatu quo, como de la misma forma, introduce las drogas en los barrios obreros para que sus habitantes transformen su malestar en bienestar; este bienestar no puede producirse si no es a causa del consumo continuo de drogas que permitan a la población hundirse en una espiral consumista y autodestructiva. Drogarse implica la necesidad de afrontar las presiones, depresiones, frustraciones y competitividades de la deshumana y explotadora sociedad capitalista.

Este consumo, el de los trabajadores y trabajadoras, está claramente diferenciado y generado por causas antagónicas del consumo que desarrollan las clases dominantes. El trabajador salvo en casos excepcionales, no consume drogas para su uso festivo, sino por el contrario, consume drogas para evadirse y sobrellevar de la mejor forma las consecuencias negativas y devastadoras del Sistema Capitalista. Mientras que los/as burgueses, las clases dominantes, consumen drogas para experimentar o desinhibirse, no para evadirse de su realidad, pues la realidad burguesa no supone estragos en la burguesía, sino privilegios y grandes beneficios.

No es casualidad, que el origen del Capitalismo esté relacionado con el tráfico de drogas, la incidencia de las exportaciones de drogas en las economías estatales de algunos estados de Abya Yala y su repercusión en el sistema financiero mundial y en las economías estatales de estados como EE.UU y la gran cantidad de dinero que se mueve en relación con el tráfico y la distribución de droga en los países y estados consumidores.

Por tanto, podemos comprender que el Estado Español no lucha contra las drogas, sino que por el contrario, las distribuye y comercializa para su propio lucro, no solo económico, sino social y político. Neutralizando a través de su drogodependencia a la clase explotada, tiene asegurada su propia existencia y supervivencia. Manteniéndonos drogados/as, nos mantiene no sólo alienados, inconscientes y apartados de nuestra realidad, sino además, controlados/as.

Entendemos que luchar contra el Estado Español, es luchar contra las drogas, y que luchar contra las drogas, es luchar contra el Capitalismo. No desaparecerán las drogas hasta que no destruyamos el actual sistema político, social y económico, y construyamos una alternativa social, igualitaria, ética y que no base su estructura en la existencia de explotados/as y explotadores. Construyendo otra estructura social que cumpla las funciones que actualmente cumplen las drogas. Mientras haya un mercado para la droga, seguirá existiendo la droga porque ésta será beneficiosa para el Capitalismo. Acabando con el Sistema, destruyendo el Estado Español, sólo nos queda el compromiso como jóvenes de concienciar a la juventud sobre el origen, la realidad y las consecuencias de las drogas, su efecto sobre todos los aspectos de nuestra vida y nuestros cuerpos, y la función alienante y represiva que cumple en el sistema de dominación mundial.

Las drogas y la lucha revolucionaria

Como jóvenes revolucionarios/as, independentistas, tenemos muy claro que las drogas, después de todo lo explicado, son cualquier cosa menos revolucionarias. Somos conscientes de que entre la juventud andaluza, existe la creencia de que consumir drogas es “radical” o “subversivo”, que consumiéndolas, se está “rompiendo” con lo establecido. Nada más lejos de la realidad, consumiendo drogas, se está haciendo lo que el Sistema y el Estado quieren que hagamos, drogarnos para no concienciarnos, y si no hay conciencia, no hay organización; y sin ésta, no habrá lucha. Si un joven pasa su tiempo libre drogándose, no sólo está consumiendo una droga cuyo beneficio irá a parar a las arcas del Estado; una droga que perjudica gravemente su salud hasta el extremo de poder morir; una droga que impide crear una alternativa al ocio capitalista y que en primer lugar beneficia a éste, y que además da lugar al pensamiento de que la juventud no puede pasar su tiempo libre o divertirse si no es drogándose. Incluso en los centros sociales okupados, conciertos o fiestas anticapitalistas, se vende droga, con lo que el acto de consumo en sí supone. Tenemos la obligación de transformar esta realidad, hay más forma de pasar nuestro tiempo libre que consumiéndonos a nosotros mismos/as.

En ocasiones, se defiende el consumo de drogas anteponiendo la “libertad individual”. Por supuesto que cada individuo es libre –más bien esclavo/a con cadenas invisibles- para consumir lo que le plazca, pero no obviando que su acción tiene unas secuelas que no sólo afectan al consumidor, sino también a todo lo que le rodea, desde la mafia que explota a los campesinos/as que cultivan y producen la droga, hasta el policía que recibe cuantiosos beneficios por mirar hacia otro lado. Las drogas son mucho más que nuevas sensaciones, algunas de ellas, mortales, las drogas son la herramienta que el Sistema viene utilizando desde siglos para dominar y alienar a la clase trabajadora, y en especial, a la juventud.

Una juventud drogada, asimilada, sumisa, que “pasa” de todo, jamás será una juventud revolucionaria capaz de hacer tambalear la estructura capitalista. Una juventud andaluza evadida, no podrá hacer frente a la dominación española en nuestro país, y mucho menos, concienciarse sobre la opresión que el Estado Español ejerce en nuestro país y en todos aquellos sometidos al yugo imperialista español. Por lo que, para que la juventud andaluza cambie radicalmente, la juventud andaluza debe de luchar contra las drogas, porque combatiéndolas, estará liberándose de una carga impuesta por España y el Capital.

Creemos firmemente que no se pueden utilizar las drogas como medios para atraer a la juventud para ciertos objetivos, estos es, organizar “barriladas” o cualquier tipo de festejo que tenga como objeto de reclamo las drogas, puesto que éstas, como decíamos antes, ni son revolucionarias ni ayudan en nada a construir la revolución. Por el contrario, sí que estimamos posible, construir otro tipo de ocio anticapitalista, que rechace las drogas como arma alienante del Sistema y que sea capaz de alejar a la juventud de todo aquello que la oprime y somete.

Las drogas, no tienen nade de positivas, por el contrario, sí que suponen muchas consecuencias negativas para nuestra lucha y nuestro día a día. No podemos abordar la lucha revolucionaria sin tener en cuenta esta cuestión histórica, que ha ejercido y ejercerá si no lo cambiamos, una gran influencia evasiva y autodestructiva entre la juventud. Concienciar, organizarse y luchar, ése es el objetivo, y para el mismo, nuestro compromiso para acabar con toda imposición españolista para someternos como Pueblo y como jóvenes que deben ser el motor principal de toda transformación social. Porque la emancipación del Pueblo Trabajador Andaluz y su juventud, supondrá nuestra emancipación de las drogas.

¡Luchar contra las drogas es luchar contra España y el Capitalismo!

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En Andalucía, Febrero del 2011.

JIRA, la juventud independentista revolucionaria andaluza

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