Viene de lejos y no hay quien lo pare. La xenofobia contra el andaluz
y su cultura es un rasgo que está plenamente inserto en la
mentalidad del ciudadano medio español, así como de otras
nacionalidades del estado. Desde aquella representación del andaluz
inculto y analfabeto que la televisión explotase hasta la saciedad
en los 80 y los 90, a las parodias del Gran Wyoming ridiculizando el
nacionalismo andaluz, las declaraciones insultantes de personajes
como Esperanza Aguirre o Duran i Lleida, pasando por los ataques
fascistas de Vidal Quadras a Blas Infante o las palabras del hijo de
la Duquesa de Alba sobre los trabajadores andaluces, el ataque
xenófobo a todo lo que tenga que ver con Andalucía, sus gentes y su
cultura popular es “deporte nacional” de Despeñaperros para
arriba. Ahora la revista “El Jueves” vuelve a darnos buena
muestra de ello.
Otra vez más el folclore andaluz, el habla popular andaluza, es
usada como motivo de guasa y humillación. Otra vez lo andaluz se
ridiculiza y se usa para reírse, no de las medidas del gobierno,
sino del pueblo andaluz. Otra vez más, huelga decirlo, se recurre al
tópico franquista para asimilar la cultura folclórica andaluza con
el españolismo rancio, asumiendo así la imagen que Franco vendió
al mundo de lo andaluz y que tan profundamente ha quedado inserta en
la mentalidad colectiva del ciudadano español, especialmente, parece
ser, del sector “progre” de la misma. Desde que el Ministro Wert
dijese aquello de “españolizar” a los alumnos catalanes, han
sido decenas los chistes y las mofas que, usando tales palabras como
referencia, se han hecho de la cultura popular andaluza. Unas mofas
xenófobas que gentes supuestamente de izquierdas han expandido por
las redes sociales sin pararse a pensar ni un momento lo humillantes
que pueden llegar a ser para cualquier andaluz que tenga consciencia
de serlo, a nivel cultural, pero sobre todo, político. No obstante,
tal hecho no parece casualidad. No solo porque, como he dicho, a la
progresía española nunca le ha resultado problemático identificar
la cultura andaluza con el españolismo rancio. También por el
actual contexto histórico que atraviesa el estado español.
Ahora que parece existir un resurgir nacionalista en el conjunto de
pueblos y naciones que conforman el estado español (incluido el
propio nacionalismo españolista más rancio y castizo), se hace
necesario más que nunca resaltar la personalidad nacional de
Andalucía, así como hacer renacer su lucha por la construcción
nacional y el control total de sus recursos económicos. Ello implica
también no permitir ni un ataque a nuestro pueblo, venga de donde
venga. Imágenes como las de esta portada no solo atentan contra la
dignidad de nuestro pueblo, sino que profundizan en la idea de una
Andalucúa sumisa y alienada con los intereses del españolismo, en
la línea marcada por el franquismo y que tanto rédito ha dado al
españolismo en Andalucía, y fuera de Andalucía, desde entonces. No
deja de ser curioso, insisto, ver como sectores progres de la
sociedad española, que se reconocen a sí mismos como
antifranquistas, recurren a los tópicos desarrollados por el
franquismo cuando de hacer referencia a la cultura andaluza como
santo y seña del españolismo se refiere.
Son los mismos sectores progres que se empeñan en acusar al
nacionalismo andaluz de ser una pantomima sin sentido cuyo único
objetivo es llevar a la política andaluza a la situación de
“enfrentamiento social” que hoy por hoy se puede observar en
otros territorios históricos. Los mismos sectores que trataron de
anular el carácter nacionalista y andalucista de la lucha del SAT
durante el verano. En definitiva, los mismos sectores progres que,
dentro y fuera de Andalucía, niegan e incluso tachan de burlesco
cualquier intento por demostrar la identidad nacional de nuestro
pueblo y, en consecuencia, de luchar en clave nacional por los
derechos de los trabajadores y trabajadoras andaluzas. Eso sí,
rebuscando siempre entre algún clásico del marxismo o cualquier
otro seudo argumento izquierdista para justificar lo que en esencia
no es más que una rememoración de aquel ideario franquista que
identifica lo andaluz con lo más reaccionario del españolismo,
negando así la identidad propia del pueblo andaluz y vinculando esta
con valores reaccionarios.
La dignidad de este pueblo es tal, no obstante, que ni siquiera nos
ha hecho falta sentirnos una nación política para desarrollar un
sentimiento de identidad común y diferenciado, para ser pueblo. Un
pueblo que al día de hoy vive sometido a la política imperialista
de un estado opresor cuya acción demoledora permite el estancamiento
económico y social de nuestras gentes. Un estado que a través de
los mecanismos legalmente instituidos en la constitución y el actual
estatuto de autonomía, se garantiza la gestión, distribución y
re-inversión de los recursos económicos generados por el conjunto
de nuestros factores productivos, subyugando el desarrollo de los
intereses sociales y económicos de nuestra tierra, al desarrollo de
los intereses económicos de los poderes estatales. Un estado cuya
política imperialista condena a nuestra tierra a vivir en el vagón
de cola de la nueva Europa. En definitiva, un estado que utiliza y
explota Andalucía en beneficio de sus propios intereses y en
perjuicio de los intereses mayoritarios de los ciudadanos andaluces.
Y al que progres como El Jueves, dentro y fuera de Andalucía, dan la
razón y legitiman.
Muchos andaluces estamos ya demasiado cansados de estas actitudes
xenófobas que vienen desde los más variopintos sectores del estado
español, y en especial de esa progresía españolista que se dice de
izquierdas y antifranquista. Cansados no, estamos hartos. Hartos de
tener que aguantar que se insulte y se humille al pueblo andaluz
usando para ello los tópicos insertos por el franquismo en la
mentalidad colectiva española. Hartos, sobre todo, de que se lo
ridiculice y se lo estigmatice, de que se lo anule.
Porque al final es de lo que se trata todo esto: de seguir humillando
al pueblo andaluz para que no levante cabeza. De seguir defendiendo a
España.
Ya basta.
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