30 oct 2012

La progresía española y su xenofobia anti-andaluza




Viene de lejos y no hay quien lo pare. La xenofobia contra el andaluz y su cultura es un rasgo que está plenamente inserto en la mentalidad del ciudadano medio español, así como de otras nacionalidades del estado. Desde aquella representación del andaluz inculto y analfabeto que la televisión explotase hasta la saciedad en los 80 y los 90, a las parodias del Gran Wyoming ridiculizando el nacionalismo andaluz, las declaraciones insultantes de personajes como Esperanza Aguirre o Duran i Lleida, pasando por los ataques fascistas de Vidal Quadras a Blas Infante o las palabras del hijo de la Duquesa de Alba sobre los trabajadores andaluces, el ataque xenófobo a todo lo que tenga que ver con Andalucía, sus gentes y su cultura popular es “deporte nacional” de Despeñaperros para arriba. Ahora la revista “El Jueves” vuelve a darnos buena muestra de ello.
Otra vez más el folclore andaluz, el habla popular andaluza, es usada como motivo de guasa y humillación. Otra vez lo andaluz se ridiculiza y se usa para reírse, no de las medidas del gobierno, sino del pueblo andaluz. Otra vez más, huelga decirlo, se recurre al tópico franquista para asimilar la cultura folclórica andaluza con el españolismo rancio, asumiendo así la imagen que Franco vendió al mundo de lo andaluz y que tan profundamente ha quedado inserta en la mentalidad colectiva del ciudadano español, especialmente, parece ser, del sector “progre” de la misma. Desde que el Ministro Wert dijese aquello de “españolizar” a los alumnos catalanes, han sido decenas los chistes y las mofas que, usando tales palabras como referencia, se han hecho de la cultura popular andaluza. Unas mofas xenófobas que gentes supuestamente de izquierdas han expandido por las redes sociales sin pararse a pensar ni un momento lo humillantes que pueden llegar a ser para cualquier andaluz que tenga consciencia de serlo, a nivel cultural, pero sobre todo, político. No obstante, tal hecho no parece casualidad. No solo porque, como he dicho, a la progresía española nunca le ha resultado problemático identificar la cultura andaluza con el españolismo rancio. También por el actual contexto histórico que atraviesa el estado español.
Ahora que parece existir un resurgir nacionalista en el conjunto de pueblos y naciones que conforman el estado español (incluido el propio nacionalismo españolista más rancio y castizo), se hace necesario más que nunca resaltar la personalidad nacional de Andalucía, así como hacer renacer su lucha por la construcción nacional y el control total de sus recursos económicos. Ello implica también no permitir ni un ataque a nuestro pueblo, venga de donde venga. Imágenes como las de esta portada no solo atentan contra la dignidad de nuestro pueblo, sino que profundizan en la idea de una Andalucúa sumisa y alienada con los intereses del españolismo, en la línea marcada por el franquismo y que tanto rédito ha dado al españolismo en Andalucía, y fuera de Andalucía, desde entonces. No deja de ser curioso, insisto, ver como sectores progres de la sociedad española, que se reconocen a sí mismos como antifranquistas, recurren a los tópicos desarrollados por el franquismo cuando de hacer referencia a la cultura andaluza como santo y seña del españolismo se refiere.
Son los mismos sectores progres que se empeñan en acusar al nacionalismo andaluz de ser una pantomima sin sentido cuyo único objetivo es llevar a la política andaluza a la situación de “enfrentamiento social” que hoy por hoy se puede observar en otros territorios históricos. Los mismos sectores que trataron de anular el carácter nacionalista y andalucista de la lucha del SAT durante el verano. En definitiva, los mismos sectores progres que, dentro y fuera de Andalucía, niegan e incluso tachan de burlesco cualquier intento por demostrar la identidad nacional de nuestro pueblo y, en consecuencia, de luchar en clave nacional por los derechos de los trabajadores y trabajadoras andaluzas. Eso sí, rebuscando siempre entre algún clásico del marxismo o cualquier otro seudo argumento izquierdista para justificar lo que en esencia no es más que una rememoración de aquel ideario franquista que identifica lo andaluz con lo más reaccionario del españolismo, negando así la identidad propia del pueblo andaluz y vinculando esta con valores reaccionarios.
La dignidad de este pueblo es tal, no obstante, que ni siquiera nos ha hecho falta sentirnos una nación política para desarrollar un sentimiento de identidad común y diferenciado, para ser pueblo. Un pueblo que al día de hoy vive sometido a la política imperialista de un estado opresor cuya acción demoledora permite el estancamiento económico y social de nuestras gentes. Un estado que a través de los mecanismos legalmente instituidos en la constitución y el actual estatuto de autonomía, se garantiza la gestión, distribución y re-inversión de los recursos económicos generados por el conjunto de nuestros factores productivos, subyugando el desarrollo de los intereses sociales y económicos de nuestra tierra, al desarrollo de los intereses económicos de los poderes estatales. Un estado cuya política imperialista condena a nuestra tierra a vivir en el vagón de cola de la nueva Europa. En definitiva, un estado que utiliza y explota Andalucía en beneficio de sus propios intereses y en perjuicio de los intereses mayoritarios de los ciudadanos andaluces. Y al que progres como El Jueves, dentro y fuera de Andalucía, dan la razón y legitiman.
Muchos andaluces estamos ya demasiado cansados de estas actitudes xenófobas que vienen desde los más variopintos sectores del estado español, y en especial de esa progresía españolista que se dice de izquierdas y antifranquista. Cansados no, estamos hartos. Hartos de tener que aguantar que se insulte y se humille al pueblo andaluz usando para ello los tópicos insertos por el franquismo en la mentalidad colectiva española. Hartos, sobre todo, de que se lo ridiculice y se lo estigmatice, de que se lo anule.
Porque al final es de lo que se trata todo esto: de seguir humillando al pueblo andaluz para que no levante cabeza. De seguir defendiendo a España. 
Ya basta.


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