30 sept 2012

La liberación animal como necesidad revolucionaria inseparable de las luchas nacional y social




Estaremos de acuerdo la mayoría de las personas que de una forma u otra, nos encontramos inmersos en la vida militante de nuestras organizaciones, en que hay personas que a menudo dan un valor menor a luchas como la nacional, feminista o ecologista, priorizando la lucha de clases porque, como argumentan, es la contradicción principal del Capitalismo. Otras personas, en cambio, pensamos y afirmamos que toda contradicción es inseparable del sistema de explotación capitalista y por ello deben abordarse de forma análoga a la lucha de clases. Es decir, que la liberación nacional, de género y animal, son luchas inseparables junto a la lucha de clases y, que de esas luchas y la capacidad de las organizaciones revolucionarias de emprenderlas, depende la transformación radical de nuestras realidades. Porque acogernos a la consigna de que “el socialismo ya lo traerá” además de ser acientífico, no se puede hayar ningún ejemplo histórico. Mas lo que sí debemos de tener en cuenta es que la lucha por la emancipación de las clases y las especies explotadas sólo se conquistará concienciándonos cada uno de nosotros/as y emprendiendo un determinado camino que culmine en un estadio social donde la explotación, la discriminación, las injusticias y la esclavitud hayan sido erradicadas.

La liberación animal como consecuencia de la ética revolucionaria

Cada día son más las personas que entienden que explotar, esclavizar, torturar y asesinar a animales es abominable e injusto desde un punto de vista ético. Los animales no humanos son víctimas de la esclavización en múltiples formas: circos que los separan de sus hábitats naturales para convertirlos en objetos de reclamo en sus espectáculos; acuarios o zoos donde igualmente los animales son privados de su libertad y sometidos a una crueldad y violencia intolerables; laboratorios científicos donde también están presos y presas todo aquel animal que es utilizado en estudios que únicamente sirven para humillar, torturar y provocar la muerte de los animales no humanos, pues su efectividad científica es nula (1); “deportes” como las carreras de caballos en los que éstos son utilizados por los humanos para hacer de un acto injusto un negocio muy rentable para unos pocos/as; “festejos” en algunos países y sus respectivos pueblos donde la festividad se produce pese al sufrimiento que padecen los animales víctimas de la violencia humana (tauromaquia, lanzamientos de pavos desde campanarios de iglesias, peleas de perros y/o gallos, etc,.); la caza, ese sádico y horrible “entretenimiento” en el que algunas personas sacian su brutalidad asesinando con armas de fuego a animales indefensos utilizando a otros animales que han sido adiestrados para formar parte del triste ritual, perros/as que tras serles “útiles” a los asesinos, son ahorcados, envenenados o abandonados por quienes los han utilizado únicamente como una herramienta más en su matanza. Por último, hay que referirse a los mataderos y las granjas. En los primeros los animales son llevados para acabar con su vida y convertirlos en alimentos para la población humana (y también para otros animales, ya que los piensos que contienen carne u otros productos de origen animal son elaborados con los restos de los cadáveres que salen de los mataderos y que por su baja calidad no pueden ser comercializados para los humanos), siendo el lugar donde el llamado matarife acaba con la vida del animal sin ningún escrúpulo ni resentimiento. En realidad, estos asesinos a sueldo no sienten nada porque han sido educados bajo un sistema educativo especista que les ha hecho creer que los animales no humanos son simples objetos de los cuales los humanos nos aprovechamos para distintas “necesidades” (alimentación, vestimenta…) y por ende no podemos sentir nada por algo que, según nos han hecho creer, ni siente, ni sufre, ni tiene intereses propios. En definitiva, esclavos en manos de sus amos humanos/as. En las granjas es donde se mantienen a vacas, gallinas, perros/as, gatos/as (estos dos últimos utilizados como comida en países orientales), cabras, pollos, etc., Todos y cada uno de ellos con una función productiva adjudicada pero al fin y al cabo sufren el mismo destino: la muerte. Las vacas son explotadas para robar la leche que después tomamos los humanos, en este proceso, el ternero es separado de su madre para que no tome su leche y después es asesinado para finalmente acabar en un plato como filete de carne. Habría que cuestionarse no solo la necesidad de esclavizar y explotar a seres vivos como las vacas, sino de tomar la leche de otra especie animal: ¿Se imaginan a un león tomando leche de un oso? Pues bien, en esa contradicción biológica nos movemos los y las humanas. Podríamos seguir con sin sentidos como el consumo de miel (vómito de las abejas), los huevos (restos del periodo menstrual de la gallina) o las partes de animales asesinados brutalmente y descuartizados tantas veces como partes de su cuerpo son utilizadas para el beneficio económico.

No debemos olvidar a los peces, animales también víctimas de la indiferencia humana y de su insolidario apetito. Estos, seres libres desde su nacimiento (aunque esto ya se está cambiando con industrias como las piscifactorías), son capturados y asesinados para ser utilizados como alimento y así, de paso, acabar con las especies que habitan los mares y la biodiversidad del mismo.

Lo que cada animal esclavizado y explotado sufre en distintas formas a lo largo de su vida, no puede expresarse con palabras. Sólo hay que ver imágenes de la situación que viven en esos campos de concentración desde que nacen y las reacciones de éstos mientras malviven en esas jaulas y finalmente cuando son asesinados. Cualquier persona con un mínimo de respeto por la vida, por la integridad física y con sensibilidad, rechazaría esta injusticia que sufren millones de animales en Andalucía y en el resto del mundo. No hay ni un solo motivo para seguir legitimando con nuestros hábitos alimenticios el mayor genocidio cometido durante la Historia: el genocidio contra los animales no humanos. Piramides alimenticias especistas, “tradiciones”, sostenibilidad ambiental, todos estos “argumentos” no benefician a nadie, ni siquiera a los propios humanos/as.

Si protestamos y nos indignamos ante el asesinato de personas en Palestina, Libia, Irák, Pakistán o en cualquier país del mundo, víctimas del imperialismo, hagamos lo mismo ante los millones de asesinatos que se cometen diariamente contra seres vivos inocentes que sufren este mismo destino por diferentes intereses, pero sobre todo por el beneficio de la economía capitalista, que utiliza a los animales no humanos como simples herramientas para aumentar sus privilegios. Como seña de cómo los capitalistas temen el avance del movimiento por la liberación animal, podemos señalar la prohibición de entrada a cinco estados (Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte, Gales y Canadá) al activista animalista estadounidense Gary Yourofsky. O Jill Phipps, asesinada en Inglaterra por un camión que transportaba a animales hacia el matadero. El Capitalismo reprime y encarcela a los y las animalistas porque ataca a uno de sus modos de producir riqueza.

Protestamos cuando se tortura y asesina a los toros en otra versión de “panem et circenses” para mantener al Pueblo entretenido, como también lo consiguen con las drogas, el fútbol moderno, la televisión o el ocio capitalista, pero no cuando se condena a la muerte a millones de seres vivos. Pero lo importante aquí no es el espectador de, por ejemplo, la tauromaquia, que paga por ver cómo torturan y asesinan a un animal que ha sido drogado y mantenido sin luz durante días para aminorar su fuerza física, lo importante es que nos han apartado del más mínimo respeto hacia nuestros semejantes y de la ética igualitaria que nos debería de caracterizar como seres sintientes. En esta, como en otras situaciones, el fin no justifica los medios. Podemos divertirnos, alimentarnos y conocer a otros seres vivos sin provocar su esclavitud, su sufrimiento y su muerte. Hemos de dejar de ser cómplices del horror diario que padecen millones de animales tanto en nuestro país como en el resto del mundo.

Los animales no humanos como seres integradores de un territorio común

Junto a la lucha por la liberación de nuestra tierra, Andalucía, subyace una problemática también relacionada con nuestros hermanos/as los animales no humanos. Si nosotros/as, los andaluces y andaluzas, formamos parte de un territorio común, donde se ha forjado un Pueblo con una identidad y cultura análogas, los animales no humanos que viven en Andalucía también forman parte de nuestro país. Teniendo en cuenta esta realidad, la lucha por la posesión de los medios de producción de Andalucía y de nuestra tierra y los frutos de la misma, combatir por liberar a los animales que son explotados, sometidos y asesinados en Andalucía, se convierte también en una necesidad histórica, ética y revolucionaria. Emancipadora, en definitiva. Seamos conscientes que la explotación animal no sólo afecta a los animales no humanos, también a los propios humanos/as. La tierra que es utilizada, por ejemplo, como dehesas para los toros, podría ser reconvertida en tierra cultivable utilizando sus frutos en el beneficio de las clases populares andaluzas así como de los propios animales no humanos. Las fábricas que son utilizadas como mataderos, o las granjas como campos de concentración, también se transformarían en espacios de trabajo para fomentar la industria en nuestro país y de este modo autogestionar nuestros recursos naturales y productivos. La ganadería no sólo afecta negativamente a los animales no humanos, sino que también a los trabajadores andaluces y andaluzas. La tierra utilizada para fines ganaderos es contaminada por la superpoblación animal y la industrialización de las prácticas ganaderas, por lo tanto, la liberación animal no sólo es una obligación moral, ética y social, sino también ambiental. Las hectáreas dedicadas a la ganadería, disminuyen el terreno cultivable y contaminan la tierra, el mar y el aire (2).

Es por todo esto por lo que debemos de luchar por la liberación animal; en primer lugar, por liberar a aquellos animales que son esclavos, explotados y asesinados para distintos fines lucrativos, en segundo lugar, por razones ecológicas y en tercer lugar, de alimentación y salubridad. Algunas de las mayores organizaciones de ayuda alimentaria del mundo son vegetarianas o veganas (Plenty y Food for life global) y no por razones éticas, sino principalmente económicas. Food for life global, por ejemplo, alimenta a más de 2.000.000 de personas y pueden alimentar veinte o treinta veces más con comida vegetariana que con carne, lácteos o peces. Y esto teniendo en cuenta que las tierras y los medios de producción están en manos de los capitalistas. La comida vegana es más barata que la comida de origen animal. Legumbres, verduras, frutas, cereales… Son alimentos básicos en una dieta equilibrada y cuando los consumimos no estamos provocando dolor y muerte en otras especies animales. En cuanto a la salud, una dieta omnívora (lácteos, miel, carne, pescado, huevos, etc,.) es causante de problemas de salud como el colesterol, cáncer, problemas cardiovasculares, osteoporosis… Siendo veganos/as, no sólo estaremos más sanos, sino que evitaremos el gasto económico que suponen las medicinas y/o suplementos vitamínicos que muchas personas necesitan para paliar los efectos nocivos de una dieta omnívora.

No hay excusas para dejar de utilizar productos y alimentos de origen animal, somos responsables del dolor provocado a millones de seres vivos en nuestra tierra y mirando para otro lado no vamos a solucionar nada. Karl Marx dijo que “un pueblo que oprime a otro pueblo jamás será libre”, esta acertada afirmación del ideólogo comunista, si la modificamos, seguirá siéndonos útil: “una especie que oprime a otra especie jamás será libre”. No habrá sociedad sin explotación mientras sigamos explotando a otras especies animales. No vale con acabar con la explotación del hombre por el hombre, sino que hay que acabar con cualquier tipo de explotación y discriminación. La explotación, per se, es injusta, no hay motivos para justificarla, y mucho menos económicos. Argumentar en torno a los puestos de trabajo que crea la explotación de animales termina por convertirnos en aquello contra lo que luchamos: capitalistas. No vale “elegir a quién explotar o discriminar”, el único camino para la liberación total es acabar con cualquier método de explotación y renunciar a marginar a otros seres vivos por razones de raza, género o especie.

No habrá Andalucía libre sin especies animales andaluzas libres. No se puede construir un país libre cuando parte de la población que lo integra sigue sometida a las leyes del capitalismo. No necesitamos esclavizar y aprovecharnos de otras especies para desarrollar nuestra agricultura o industria, podemos desarrollar una economía que se ajuste a las necesidades de las clases trabajadoras sin explotar y/o asesinar para ello. Nuestro compromiso no sólo para con el Pueblo Trabajador Andaluz, sino para todos los seres vivos que sufren las garras del Capitalismo y su máquina de producir miseria. La lucha por la liberación animal, nacional, social y de género es aquí y ahora.

Notas:

(1) Voces del Silencio – Cultura científica: ideología y alienación en el discurso sobre la vivisección.

(2) “La carne es débil” documental sobre las implicaciones éticas, ambientales y de salud que tiene la producción y consumo de carne.

Cristóbal García Vílchez

Artículo publicado en el nº 57 de la revista Independencia

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