Estaremos
de acuerdo la mayoría de las personas que de una forma u otra, nos encontramos
inmersos en la vida militante de nuestras organizaciones, en que hay personas
que a menudo dan un valor menor a luchas como la nacional, feminista o
ecologista, priorizando la lucha de clases porque, como argumentan, es la
contradicción principal del Capitalismo. Otras personas, en cambio, pensamos y
afirmamos que toda contradicción es inseparable del sistema de explotación
capitalista y por ello deben abordarse de forma análoga a la lucha de clases.
Es decir, que la liberación nacional, de género y animal, son luchas
inseparables junto a la lucha de clases y, que de esas luchas y la capacidad de
las organizaciones revolucionarias de emprenderlas, depende la transformación
radical de nuestras realidades. Porque acogernos a la consigna de que “el
socialismo ya lo traerá” además de ser acientífico, no se puede hayar ningún
ejemplo histórico. Mas lo que sí debemos de tener en cuenta es que la lucha por
la emancipación de las clases y las especies explotadas sólo se conquistará
concienciándonos cada uno de nosotros/as y emprendiendo un determinado camino
que culmine en un estadio social donde la explotación, la discriminación, las
injusticias y la esclavitud hayan sido erradicadas.
La liberación animal como consecuencia
de la ética revolucionaria
Cada día
son más las personas que entienden que explotar, esclavizar, torturar y asesinar
a animales es abominable e injusto desde un punto de vista ético. Los animales
no humanos son víctimas de la esclavización en múltiples formas: circos que los
separan de sus hábitats naturales para convertirlos en objetos de reclamo en
sus espectáculos; acuarios o zoos donde igualmente los animales son privados de
su libertad y sometidos a una crueldad y violencia intolerables; laboratorios
científicos donde también están presos y presas todo aquel animal que es
utilizado en estudios que únicamente sirven para humillar, torturar y provocar
la muerte de los animales no humanos, pues su efectividad científica es nula
(1); “deportes” como las carreras de caballos en los que éstos son utilizados
por los humanos para hacer de un acto injusto un negocio muy rentable para unos
pocos/as; “festejos” en algunos países y sus respectivos pueblos donde la
festividad se produce pese al sufrimiento que padecen los animales víctimas de
la violencia humana (tauromaquia, lanzamientos de pavos desde campanarios de
iglesias, peleas de perros y/o gallos, etc,.); la caza, ese sádico y horrible
“entretenimiento” en el que algunas personas sacian su brutalidad asesinando
con armas de fuego a animales indefensos utilizando a otros animales que han
sido adiestrados para formar parte del triste ritual, perros/as que tras serles
“útiles” a los asesinos, son ahorcados, envenenados o abandonados por quienes
los han utilizado únicamente como una herramienta más en su matanza. Por
último, hay que referirse a los mataderos y las granjas. En los primeros los
animales son llevados para acabar con su vida y convertirlos en alimentos para
la población humana (y también para otros animales, ya que los piensos que
contienen carne u otros productos de origen animal son elaborados con los
restos de los cadáveres que salen de los mataderos y que por su baja calidad no
pueden ser comercializados para los humanos), siendo el lugar donde el llamado
matarife acaba con la vida del animal sin ningún escrúpulo ni resentimiento. En
realidad, estos asesinos a sueldo no sienten nada porque han sido educados bajo
un sistema educativo especista que les ha hecho creer que los animales no
humanos son simples objetos de los cuales los humanos nos aprovechamos para
distintas “necesidades” (alimentación, vestimenta…) y por ende no podemos
sentir nada por algo que, según nos han hecho creer, ni siente, ni sufre, ni
tiene intereses propios. En definitiva, esclavos en manos de sus amos
humanos/as. En las granjas es donde se mantienen a vacas, gallinas, perros/as,
gatos/as (estos dos últimos utilizados como comida en países orientales),
cabras, pollos, etc., Todos y cada uno de ellos con una función productiva
adjudicada pero al fin y al cabo sufren el mismo destino: la muerte. Las vacas
son explotadas para robar la leche que después tomamos los humanos, en este
proceso, el ternero es separado de su madre para que no tome su leche y después
es asesinado para finalmente acabar en un plato como filete de carne. Habría
que cuestionarse no solo la necesidad de esclavizar y explotar a seres vivos
como las vacas, sino de tomar la leche de otra especie animal: ¿Se imaginan a
un león tomando leche de un oso? Pues bien, en esa contradicción biológica nos
movemos los y las humanas. Podríamos seguir con sin sentidos como el consumo de
miel (vómito de las abejas), los huevos (restos del periodo menstrual de la
gallina) o las partes de animales asesinados brutalmente y descuartizados
tantas veces como partes de su cuerpo son utilizadas para el beneficio
económico.
No debemos
olvidar a los peces, animales también víctimas de la indiferencia humana y de
su insolidario apetito. Estos, seres libres desde su nacimiento (aunque esto ya
se está cambiando con industrias como las piscifactorías), son capturados y
asesinados para ser utilizados como alimento y así, de paso, acabar con las
especies que habitan los mares y la biodiversidad del mismo.
Lo que cada
animal esclavizado y explotado sufre en distintas formas a lo largo de su vida,
no puede expresarse con palabras. Sólo hay que ver imágenes de la situación que
viven en esos campos de concentración desde que nacen y las reacciones de éstos
mientras malviven en esas jaulas y finalmente cuando son asesinados. Cualquier
persona con un mínimo de respeto por la vida, por la integridad física y con sensibilidad,
rechazaría esta injusticia que sufren millones de animales en Andalucía y en el
resto del mundo. No hay ni un solo motivo para seguir legitimando con nuestros
hábitos alimenticios el mayor genocidio cometido durante la Historia: el
genocidio contra los animales no humanos. Piramides alimenticias especistas,
“tradiciones”, sostenibilidad ambiental, todos estos “argumentos” no benefician
a nadie, ni siquiera a los propios humanos/as.
Si
protestamos y nos indignamos ante el asesinato de personas en Palestina, Libia,
Irák, Pakistán o en cualquier país del mundo, víctimas del imperialismo,
hagamos lo mismo ante los millones de asesinatos que se cometen diariamente
contra seres vivos inocentes que sufren este mismo destino por diferentes
intereses, pero sobre todo por el beneficio de la economía capitalista, que
utiliza a los animales no humanos como simples herramientas para aumentar sus
privilegios. Como seña de cómo los capitalistas temen el avance del movimiento
por la liberación animal, podemos señalar la prohibición de entrada a cinco
estados (Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte, Gales y Canadá) al activista
animalista estadounidense Gary Yourofsky. O Jill Phipps, asesinada en
Inglaterra por un camión que transportaba a animales hacia el matadero. El
Capitalismo reprime y encarcela a los y las animalistas porque ataca a uno de
sus modos de producir riqueza.
Protestamos
cuando se tortura y asesina a los toros en otra versión de “panem et circenses”
para mantener al Pueblo entretenido, como también lo consiguen con las drogas,
el fútbol moderno, la televisión o el ocio capitalista, pero no cuando se
condena a la muerte a millones de seres vivos. Pero lo importante aquí no es el
espectador de, por ejemplo, la tauromaquia, que paga por ver cómo torturan y
asesinan a un animal que ha sido drogado y mantenido sin luz durante días para
aminorar su fuerza física, lo importante es que nos han apartado del más mínimo
respeto hacia nuestros semejantes y de la ética igualitaria que nos debería de
caracterizar como seres sintientes. En esta, como en otras situaciones, el fin
no justifica los medios. Podemos divertirnos, alimentarnos y conocer a otros
seres vivos sin provocar su esclavitud, su sufrimiento y su muerte. Hemos de
dejar de ser cómplices del horror diario que padecen millones de animales tanto
en nuestro país como en el resto del mundo.
Los animales no humanos como seres
integradores de un territorio común
Junto a la
lucha por la liberación de nuestra tierra, Andalucía, subyace una problemática
también relacionada con nuestros hermanos/as los animales no humanos. Si
nosotros/as, los andaluces y andaluzas, formamos parte de un territorio común,
donde se ha forjado un Pueblo con una identidad y cultura análogas, los
animales no humanos que viven en Andalucía también forman parte de nuestro
país. Teniendo en cuenta esta realidad, la lucha por la posesión de los medios
de producción de Andalucía y de nuestra tierra y los frutos de la misma,
combatir por liberar a los animales que son explotados, sometidos y asesinados
en Andalucía, se convierte también en una necesidad histórica, ética y
revolucionaria. Emancipadora, en definitiva. Seamos conscientes que la
explotación animal no sólo afecta a los animales no humanos, también a los
propios humanos/as. La tierra que es utilizada, por ejemplo, como dehesas para
los toros, podría ser reconvertida en tierra cultivable utilizando sus frutos
en el beneficio de las clases populares andaluzas así como de los propios
animales no humanos. Las fábricas que son utilizadas como mataderos, o las
granjas como campos de concentración, también se transformarían en espacios de
trabajo para fomentar la industria en nuestro país y de este modo autogestionar
nuestros recursos naturales y productivos. La ganadería no sólo afecta
negativamente a los animales no humanos, sino que también a los trabajadores
andaluces y andaluzas. La tierra utilizada para fines ganaderos es contaminada
por la superpoblación animal y la industrialización de las prácticas ganaderas,
por lo tanto, la liberación animal no sólo es una obligación moral, ética y
social, sino también ambiental. Las hectáreas dedicadas a la ganadería,
disminuyen el terreno cultivable y contaminan la tierra, el mar y el aire (2).
Es por todo
esto por lo que debemos de luchar por la liberación animal; en primer lugar,
por liberar a aquellos animales que son esclavos, explotados y asesinados para
distintos fines lucrativos, en segundo lugar, por razones ecológicas y en
tercer lugar, de alimentación y salubridad. Algunas de las mayores
organizaciones de ayuda alimentaria del mundo son vegetarianas o veganas
(Plenty y Food for life global) y no por razones éticas, sino principalmente
económicas. Food for life global, por ejemplo, alimenta a más de 2.000.000 de
personas y pueden alimentar veinte o treinta veces más con comida vegetariana
que con carne, lácteos o peces. Y esto teniendo en cuenta que las tierras y los
medios de producción están en manos de los capitalistas. La comida vegana es
más barata que la comida de origen animal. Legumbres, verduras, frutas,
cereales… Son alimentos básicos en una dieta equilibrada y cuando los
consumimos no estamos provocando dolor y muerte en otras especies animales. En
cuanto a la salud, una dieta omnívora (lácteos, miel, carne, pescado, huevos,
etc,.) es causante de problemas de salud como el colesterol, cáncer, problemas
cardiovasculares, osteoporosis… Siendo veganos/as, no sólo estaremos más sanos,
sino que evitaremos el gasto económico que suponen las medicinas y/o
suplementos vitamínicos que muchas personas necesitan para paliar los efectos
nocivos de una dieta omnívora.
No hay
excusas para dejar de utilizar productos y alimentos de origen animal, somos
responsables del dolor provocado a millones de seres vivos en nuestra tierra y
mirando para otro lado no vamos a solucionar nada. Karl Marx dijo que “un
pueblo que oprime a otro pueblo jamás será libre”, esta acertada afirmación del
ideólogo comunista, si la modificamos, seguirá siéndonos útil: “una especie que
oprime a otra especie jamás será libre”. No habrá sociedad sin explotación
mientras sigamos explotando a otras especies animales. No vale con acabar con
la explotación del hombre por el hombre, sino que hay que acabar con cualquier
tipo de explotación y discriminación. La explotación, per se, es injusta, no
hay motivos para justificarla, y mucho menos económicos. Argumentar en torno a
los puestos de trabajo que crea la explotación de animales termina por
convertirnos en aquello contra lo que luchamos: capitalistas. No vale “elegir a
quién explotar o discriminar”, el único camino para la liberación total es
acabar con cualquier método de explotación y renunciar a marginar a otros seres
vivos por razones de raza, género o especie.
No habrá
Andalucía libre sin especies animales andaluzas libres. No se puede construir
un país libre cuando parte de la población que lo integra sigue sometida a las
leyes del capitalismo. No necesitamos esclavizar y aprovecharnos de otras
especies para desarrollar nuestra agricultura o industria, podemos desarrollar
una economía que se ajuste a las necesidades de las clases trabajadoras sin
explotar y/o asesinar para ello. Nuestro compromiso no sólo para con el Pueblo
Trabajador Andaluz, sino para todos los seres vivos que sufren las garras del
Capitalismo y su máquina de producir miseria. La lucha por la liberación
animal, nacional, social y de género es aquí y ahora.
Notas:
(1) Voces
del Silencio – Cultura científica: ideología y alienación en el discurso sobre
la vivisección.
(2) “La
carne es débil” documental sobre las implicaciones éticas, ambientales y de
salud que tiene la producción y consumo de carne.
Cristóbal García
Vílchez
Artículo publicado en el nº 57 de la revista Independencia
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